En nuestro mundo hiperconectado puede resultar difícil desconectar. El flujo interminable de correos electrónicos, tuits, likes, comentarios y fotos nos mantiene constantemente “enchufados” a la vida moderna.
Pero en Japón medio millón de personas viven como ermitaños modernos. Se les conoce como: “hikikomori“: solitarios que se retiran de todo contacto social y, a menudo, no abandonan su casa en años.
Una encuesta gubernamental halló que son unas 541.000 personas (el 1,57% de la población) en ese país, pero muchos expertos creen que la cifra total es mucho más alta, pues a veces tardan años en pedir ayuda.
Se pensaba que esta condición era única de Japón, pero en los últimos años se ha extendido por el mundo.
Un tema controversial (pero habitual) en las investigaciones sobre los hikikomori es la influencia de la tecnología moderna en el aislamiento. Todavía está lejos de establecerse cualquier vínculo potencial entre estos dos fenómenos, pero preocupa que la “generación perdida” de Japón pueda ser un llamado de atención de nuestras cada vez más desconectadas sociedades.
El término hikikomori se refiere tanto a la condición como a quienes la padecen y fue acuñado por el psicólogo japonés Tamaki Saito en su libro “Aislamiento social: una interminable adolescencia” (1998).
Hoy día, este concepto se define como una combinación de aislamiento físico y social al que se suma sufrimiento psicológico que puede durar seis o más meses.
El trastorno se consideró cultural en sus inicios. Y hay razones para pensar que la sociedad japonesa es especialmente vulnerable a él, dice Takahiro Kato, profesor de psiquiatría en la Universidad de Kyushu, en la región de Fukuoka, y estudioso del hikikomori.
“En Japón hay un refrán muy famoso: ‘Un clavo saliente se romperá pronto'”, dice Kato. Las rígidas normas sociales, las altas expectativas de los padres y la cultura de la vergüenza hacen que la sociedad japonesa sea un calvo de cultivo de sentimientos de incompetencia y el deseo de que uno quiera esconderse del mundo”, dice Kato.
Sin embargo, es importante no demonizar la tecnología, opina Teo. Las redes sociales o el email no son causas directas de problemas mentales; son vehículos de comunicación que pueden usarse de forma tanto positiva como negativa
Internet proporciona una ventana para las vidas aisladas de los hikikomori.
La creciente interconexión entre los mundos online y offline también podría ofrecer formas de hacer que los hikikomori retornen a sus vidas diarias. En 2016, Kato publicó el caso de un paciente que comenzó repentinamente a salir de casa a diario tras descargar el juego de Nintendo para celular Pokémon Go.
El juego usa realidad aumentada para atrapar criaturas virtuales en el mundo real. Kato dice que este tipo de juegos pueden ser útiles en centros de ayuda para los hikikomori.