Bienaventurados los pobres, porque de ellos será la Luna”
Leonel Rugama
Antes de incendiar los corazones revolucionarios, con el grito “¡Que se rinda tu madre!”, dedicado a la Guardia Nacional genocida de Somoza, Leonel Rugama demostró ser un joven de avanzada, de gran inteligencia, sueños de justicia y libertad para su país, amor a la patria y sobre todo demostró tener un inmenso corazón.
Nació en una pequeña comarca al norte de la ciudad de Estelí, conocida como Valle de Matapalos, en las faldas de la actual Reserva Natural Miraflores. Su padre, Pastor Rugama, era un humilde carpintero y su madre, Cándida Rugama, era maestra. Leonel nació un 27 de Marzo de 1949, su condición de pobre y las dificultades que enfrentó durante toda su vida, le forjaron una personalidad revolucionaria.
Un año después, en 1950, su familia se traslada al municipio de Estelí, donde cursaría toda la escuela primaria, obteniendo excelentes notas, para luego mudarse a la ciudad de León, donde culminaría el último grado con el segundo mejor promedio de la escuela. Parte de su secundaria la cursó en el Seminario Nacional de Managua, a excepción del último año, que se gradúo en el Instituto Nacional de Estelí, esta vez obtuvo el primer lugar en rendimiento académico.
Decide integrarse al FSLN en 1967, destacaba entre todos por su sentido de responsabilidad, búsqueda de la justicia y entrega a la causa sandinista. En el FSLN que en ese período se encontraba limitado al trabajo de masas, se encargó de ser organizador estudiantil, cuadro operativo para el frente, y contacto entre la montaña y la ciudad.
En 1969 ingresó a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, para ello tomó un test de inteligencia y obtuvo una puntuación muy por encima del coeficiente intelectual promedio. En la UNAN-León se reconstituía el Frente Estudiantil Revolucionario (FER), por lo que dejó la vida de seminarista, y se entregó a las tareas de la revolución, en las que se le encomendó ser organizador y agitador. Una vez constituido el FER, se convirtió en el órgano de representación de los verdaderos intereses de los jóvenes ante el gobierno, y Leonel se hizo miembro del Comité Ejecutivo, trabajando al lado del dirigente estudiantil, Edgar “La gata” Munguía.
Con sus conocimientos de seminarista y su mística revolucionaria, Leonel logró unir “el fusil con el evangelio”, les atribuía la cualidad de “santos” a los revolucionarios, pues para él los revolucionarios eran santos por su abnegación, su entrega por los ideales, su nobleza, su entrega y su dedicación al trabajo revolucionario. Entre las anécdotas de Leonel, se recuerda una vez que un compañero le pidió 10 pesos para ir a relajarse al Club Universitario, y Leonel le respondió “con 10 pesos compramos una caja de 22 tiros”. Se dice de él que tenía el don de servir a Dios, pero de una manera coherente, sin miedo a la guerra, pues sabía que era necesaria para alcanzar la libertad y la justicia social para Nicaragua.
Tan solo cinco meses después de mudarse a estudiar a León, se entregó a la clandestinidad de la montaña, no podía quedarse de brazos cruzados ante las injusticias. Leonel aprovechaba la montaña para escribir poemas, donde dejó plasmado en sus poemas su clara postura ante las injusticias, y su entrega a la causa sandinista.
En Estelí se formó una protesta estudiantil, donde los integrantes del FER exigían el retorno del cadáver de Alesio Blandón, quien había caído en combate en Managua el día anterior. La Guardia Somocista se abalanzó sobre los estudiantes desarmados con ráfagas de balas, matando a Manuel Herrera y René Barrantes. Leonel tuvo la idea de tirar cócteles molotov de forma que la explosión formara una pared de fuego entre ellos y la Guardia, lo que funcionó y evitó una masacre más grande.
En 1970, la Guardia Somocista descubre la casa donde se encontraban ocultos Leonel Rugama, Mauricio Hernández y Roger Núñez, los genocidas llegaron con un comando de 200 guardias en jeeps, helicópteros que baleaban desde lo alto y tanques que resguardaban la calle para evitar la huida de los revolucionarios. El jefe de la seguridad de Somoza, Samuel Genie, le gritaba con un megáfono a los revolucionarios “Ríndanse, RÍNDANSE”, Leonel alzando la voz lo más que pudo, le contestó: “¡QUE SE RINDA TU MADRE!”.
A los 70 años de su natalicio, le decimos ¡Presente!