Opinión
abril 3, 2019

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Llenémonos de paz

Estamos atravesando por momentos que mantienen tenso el ambiente. Hay una calma relativa en el país que nos inquieta y en el contexto pláticas y conversaciones que pretenden generar las condiciones básicas y elementales para estabilizar al país, pero mientras esto sucede en el INCAE fuera de él hay partes de la llamada Alianza Cívica, que es la supuesta contra parte del gobierno, que no quieren que se llegue al más mínimo de los compromisos porque el objetivo no es acordar sino conducir otra vez a un estado de guerra entre los nicaragüenses.

Estos individuos sicológicamente pretenden efectos envolventes en los nicaragüenses de bien, que siendo una clara mayoría en el país y que sufrimos la brutalidad del terrorismo en carne propia desde diferentes modalidades, seguimos siendo el objetivo de sus oscuros propósitos porque se les ha imaginado ver en el sandinismo a una fuerza reducida, replegada y temerosa que por los efectos y amenazas externas debe obligarse a dar hasta lo que no tiene.

Allá en el INCAE están sucediendo cosas y a cada bravuconada de los representantes del caos se está respondiendo con la fuerza e intensidad que se requiere ante el testigo delegado del Papa Francisco y ante el testigo delegado de la OEA y ambos saben quiénes negocian por el más alto interés de la paz porque tienen la autoridad y la capacidad de decidir y quienes lo hacen para reeditar el caos que vivimos en los tres meses posteriores al 18 de abril.

La percepción que desde el INCAE hacia afuera se tiene y ciertamente es así, es que los delegados del gobierno, que tienen una alta responsabilidad en sus manos para evitar que el país se venga totalmente al suelo, ceden en todo y los tranquistas que solo se la pasan diciendo que el gobierno no tiene más opción que ceder, exigen, exigen, exigen y exigen sin comprometerse, sin acordar, sin dar absolutamente nada que no sea lástima porque José Aguerri del COSEP y Juan Chamorro, que no sé ahora a quién representa, hasta llegaron a golpear la mesa diciendo que si el gobierno no cumplía ya con sus demandas entonces volverían a poner los tranques y que no importaba si había muertos porque al final esa mesa donde se trata de encontrar supuestamente la paz es finalmente de transición lo que me recuerda al chatel aquel, Lester Alemán, que de hombre solo tiene la voz, cuando repetía que la mesa de aquel primer diálogo fracasado no era de diálogo sino de rendición.

Qué triste papelón el de José Aguerri y el de Juan Chamorro porque si estos que supuestamente estudiaron en buenas universidades y en consecuencia conocen las leyes básicas y elementales de la economía piensan así, imagínense qué valores tendrán los pandilleros que ya tienen tres sábados consecutivos aterrorizando desde Metrocentro y que son la otra parte de toda esta oscuridad que representa a los que se dispusieron a reeditar el golpe contra el estado, pero esta vez a tres bandas.

Lo hacen desde el INCAE aparentando que están preocupados por la inestabilidad del país aunque ellos la hayan propiciado desde el puesto de mando donde se ordenaba toda la barbarie que ya conocemos; Desde Metrocentro o cualquier otro centro comercial masacrando y moliendo a golpes a inocentes para mostrarse con el poder de retar a la autoridad policial e intimidar al sandinismo propiamente dicho y así ambos, los falsos negociadores en el INCAE y los falsos pacifistas en las calles ejecutando y siguiendo las órdenes del imperio al que no le interesa la democracia ni va a salvar a Nicaragua una vez que la destruya porque lo único que le interesa es derrocar a Daniel Ortega porque este siendo de izquierda se convirtió en un mal ejemplo para otros líderes políticos en Latinoamérica que ven en el modelo social creado desde el 2007 en Nicaragua un paradigma a seguir para acabar con la pobreza de los pueblos desde una visión nacionalista e independiente.

A los oposicionistas les arde que hasta el 18 de abril del año pasado este gobierno de izquierda que se codeaba democráticamente con todos los sectores haya hecho crecer económica y sostenidamente a Nicaragua como nunca en su historia bajo la conducción de un guerrillero que no llegó ni a bachiller y del que muchos y por mucho tiempo fuimos sus críticos a muerte pero que se impuso a partir del 2007 que retoma el poder, a crear condiciones contrarias al odio y a la venganza y fue así que después de tanto observarlo una gran cantidad de esos enemigos abrazamos la reconciliación como única vía de salvar al país de la miseria y a los nicaragüenses de la indigencia.

Todo eso lo entendieron perfectamente los que hoy nos hablan de guerra pero que desde el 2007 hasta el 2018 cogobernaron con Daniel Ortega e hicieron negocios con el sandinismo que hoy quieren desaparecer y del que hablaban tantas maravillas que José Aguerri, Juan Chamorro y Mario Arana hasta se peleaban con los extremistas que exploraban con deseos violentos las alternativas para derrocar al gobierno constitucional y legítimamente electo de Daniel Ortega.

Todos esos golpistas ahora aspiran a retomar el poder por el poder mismo, pero solo para enriquecerse, para figurar, para ostentar que mandan y para crear argollas oligárquicas que están desesperadas por los ministerios, las diputaciones y las magistraturas y solo para caer, como aves carroñeras sobre el presupuesto que hoy permite al pobre recorrer enormes distancias en Managua por C$ 2.50 córdobas que en ningún lado compran nada y de la misma manera tener educación gratuita, salud gratuita, universidad gratuita, energía subsidiada, carreteras de primer mundo, electrificación en todo el territorio nacional, agua potable y además cualquier cantidad de proyectos sociales que por estar dirigidos al pueblo son aborrecidos por quienes exigen, exigen, exigen y exigen sin nada que ofrecer, sin nada que dar y sin nada proponer.

Cuando el sandinista que gobierna, cuando el sandinista que es del partido, pero trabaja fuera del estado, cuando el sandinista que no pertenece al FSLN y es de otro partido, cuando el militante rojo y negro también llamado combatiente histórico, cuando el nicaragüense pacifista que no es más que un simple ciudadano que solo desea trabajar tranquilo se hartó de tanta violencia y tanto odio que viene de la llamada Alianza Cínica y su brazo terrorista los dizque azul y blanco, por su propia naturaleza, se desespera y empieza a preguntarse hasta cuándo vamos a aguantar a estos salvajes, hasta cuando el presidente va a permitir una y otra vez que nos den en la mejilla, hasta cuándo van a seguir diciendo que tengamos paciencia, que aguantemos, que no nos desesperamos y que disciplinadamente hay que seguir tragando sapos.

En esa línea con muchísima razón e indignación he escuchado en las últimos días a una gran cantidad de ciudadanos enfurecidos por lo que está pasando y lo está porque quienes destruyeron lo bonito que andaba el país pretenden reeditar la barbarie con impunidad absoluta masacrando a gentes inocentes y por encima de eso retando a la autoridad y proclamándose víctimas y perseguidos políticos porque reciben de la población el desprecio en cada mirada que los descubre.

Dicho todo lo anterior llegó el momento de plantear la idea de este editorial y es que hay que seguir aguantando porque nuestra fuerza ahora no es el poder de una reacción abrumadoramente contundente que en un dos por tres haría salir en desbandada a estos bravuconcitos que venden valentía donde solo crimen hay, sino que el verdadero poder, la cruz frente a Drácula no está en responder a la violencia con violencia, ni al odio con odio, ni a la vulgaridad con vulgaridad, porque eso es lo que los puchos, los reductos, los descerebrados, los microbios, las bacterias, las picachas, los enanos quieren porque sucumbir a sus provocaciones es lo que nos derrotaría.
Ellos no quieren la paz, ellos quieren el caos; ellos no quieren estabilidad, pero sí la anarquía; ellos no quieren la vida, pero sí muertes y entre más mejor porque lo de ellos es un triste y miserable negocio porque reciben una paga abundante para destruir al país buscando cómo el nicaragüense endose al Presidente Ortega la responsabilidad de lo que pasa.

Frente a esta realidad los nicaragüenses que deseamos lo mejor para nuestro país debemos llenarnos de paz, vivir la coyuntura y el momento cobijados por la sabiduría haciendo de la tolerancia y la paciencia nuestras mejores virtudes. Mientras hacemos eso dejemos que ellos se exhiban, que ellos se expongan al desnudo y que la materia fecal que los cubre los aísle y los deje solos como ya lo están porque cuando la verdad les tenga que cobrar lo hará en grande y el pueblo, el inequívoco juez, los pondrá en el lugar que merecen en el momento que corresponda, pero por ahora llenémonos de paz que la victoria es nuestra.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.