Una tenue brisa caía sobre León este 20 de abril. El fenómeno, poco común para la temporada de verano, logró nublar la mañana, coincidiendo con las caras de los jóvenes que recordaban el martirio de Cristhian Emilio Cadena.
El evento que los conmovía era el de las ofrendas a su memoria, un año después de haber perecido por las llamas iniciadas por grupos violentos que tenían el objetivo de reducir a cenizas el histórico Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN)y todo lo que a su paso pudiera consumir el siniestro.
Era un estudiante a tiempo completo de la carrera de Agroecología y miembro comprometido del movimiento estudiantil.
Esa fue la razón para convertirse en objetivo de los terroristas que sembraron el caos en la ciudad, ejecutando con destreza el plan de acción más sangriento de la historia reciente, con el objetivo de hacerse con el poder político en Nicaragua.
Cadena fue uno de los jóvenes que intentó defender las instalaciones del CUUN, pero fue superado por la agresión. Fue la primera víctima del terrorismo en la ciudad.
Su cuerpo sería encontrado totalmente calcinado en el baño de los billares Lezama, instalaciones separadas del CUUN por un par de paredes.
Fue en ese lugar, hoy convertido en ruinas, donde fue depositada una ofrenda conjunta ofrecida por las asocia