Opinión
junio 10, 2019

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El perdón y olvido

La Asamblea Nacional de Nicaragua en una sesión extraordinaria aprobó formalmente, con todas las características soberanas que competen al gobierno y estado de Nicaragua una amnistía específica para todos aquellos políticos presos que incurrieron en actos delictivos en el contexto del fallido golpe del que derivaron 200 muertos, torturados, saqueos, destrucción de la propiedad pública y privada, tranques que estrangularon la economía del país y lo más doloroso la polarización surgida en la familia nicaragüense.

Todo esto que representó la ejecución de un plan tejido, desde años atrás, con la complicidad de políticos fracasados que encontraron en la violencia el camino para hacerse del poder ante la imposibilidad de conquistarlo por no tener simpatías electorales, ocasionó un tremendo daño a la imagen del país que, aprovechada por intereses externos, hizo del tema de los supuestos “presos políticos” la punta de lanza para amenazarnos con sanciones y agresiones.

Mientras eso pasaba hacia afuera, internamente quienes en realidad actuaron con un terrorismo inédito en nuestra historia, fueron elevados por la politiquería criolla a niveles de paladines, libertadores y salvadores y esos son los que fueron liberados y esos son los que cobijados por la amnistía terminaran de salir de las cárceles porque la casi totalidad ya está afuera como expresión de la voluntad del actual gobierno para alcanzar la paz y la reconciliación en Nicaragua.

Debo decir con claridad que esta amnistía es polémica porque es rechazada por quienes hoy en la alianza cínica ven que perdieron una bandera para seguir corrompiendo las negociaciones y porque querían que sus “criminales” continuaran presos porque eso les garantizaba las sanciones que fueron a pedir a Estados Unidos contra Nicaragua, pero también no gusta a los sandinistas que fueron las víctimas y sin embargo son los que tienen la suficiente madurez política para comprender que esto, en beneficio del país que teníamos antes del 18 de abril, equivale a la amarga y asquerosa figura de tener que “tragar sapos” y eso fue lo que hizo la Asamblea Nacional.

La politiquería barata y sus voceros mediáticos han llegado a la más absurda estupidez de decir que no aceptan la amnistía y para poner la cereza en el pastel de tanta brutalidad con la que se pintan, dicen que las madres prefieren que sus hijos permanezcan presos, -hasta el momento no he escuchado a una sola referirse en esos términos- y además, que los mismos presos prefieren quedarse dentro y que en consecuencia dicen no a la amnistía, pero no los oigo decir que como no les gusta entonces ellos en protesta solicitaran que los metan rejas para atender la inconformidad de las madres que a partir de esta semana verán a sus hijos fuera a pesar de toda la barbaridad que hicieron.

Todo este absurdo que expone falsos dolores, como los de la bancada del PLC, en el hemiciclo de la Asamblea Nacional donde como siempre llegaron a decir disparates, al frente de ellos la gritona de los anillos de 100 mil dólares, la María Fernanda Flores, es lo más necio y ridículo que puede pasar en este contexto porque resulta que los más terroristas de todos fueron los PLC, haciendo favores a un MRS que los detesta y no los puede ver ni en pintura.

Las muchas amnistías otorgadas en Nicaragua han sido un instrumento alejado de la venganza para encontrar en ella un mecanismo de solución a todas esas controversias que a lo largo de nuestra historia nos han llevado a enfrentamientos estériles que bien pudieron tener soluciones decentes y maduras a través de la voluntad de ser nosotros los nicaragüenses el medio exclusivo para dirimirlas y solventarlas.

La amnistía es un instrumento político y los efectos perseguidos en este contexto van a tener resultados más adelante porque tampoco no nos llamemos a engaños, aquí hay heridas abiertas de uno y otro lado gracias al puñal que el imperio puso en la mano de sus sirvientes nacionales para tasajear aun pueblo que disfrutaba de la paz y que fue agredido por una minoría que terminó sabiéndose manipulada.

La amnistía en este caso es solo la primera puntada para ir poco a poco zurciendo el gran surco abierto en las carnes de toda Nicaragua, sino que es una herida que no solo tendrá que zurcirse, sino que además curar todos los días, para que no se vuelva a inyectar.

Lo que vendrá ahora es lo mismo que ya venimos viendo, oyendo y leyendo. Ahora el crimen que fue amnistiado será proyectado como acto heroico, mientras que los terroristas serán elevador a la condición de paladines y estos engrandecidos mediáticamente por los agitadores se lanzarán cada uno su propia historia de Marvel, pero lo harán para provocar y retar la madurez del pueblo que quiere predicar y hacer la paz.

En la construcción de esa paz los que queremos la Nicaragua de antes del 18 de abril tenemos que seguir avanzando y demostrar al odio que si antes no nos detuvieron menos ahora que hemos materializado con esta amnistía una voluntad tangible de que efectivamente somos capaces de evidenciar que nuestro interés nacional está muy por encima de cualquier otra naturaleza personal. Pero también debemos dejar muy claro que hemos perdonado, pero no olvidado. Cómo hacerlo, cómo arrancar de nuestra mente tantas imágenes dantescas, cómo eliminar la sesión de tortura contra Bismark, sandinistas quemados vivos, obispos bendiciendo el crimen y tantas cosas más.

La amnistía es un hecho, ya es ley de la república. Ahora nos corresponde hacerla efectiva, pero es cuando surge la pregunta inevitable, ¿y cómo poder perdonar?

“Hay un sabio dicho que dice que las heridas no duelen tanto cuando se hacen, sino cuando están cicatrizando. Por esta razón cuando alguien nos ha herido, es difícil pensar en perdonar.”

Perdonar significa disculpar a alguien que nos ha hecho daño o no darle importancia a la falta que cometió con nosotros. Perdonamos a otros cuando dejamos de guardar resentimiento y no insistimos en pedir una compensación por el daño que nos hayan hecho o por la pérdida que hayamos podido sufrir.

No poder perdonar nos genera sentimientos negativos como la rabia, el rencor y el odio y los nicaragüenses sabemos que no estamos para eso. A veces es tan complicado perdonar, que llegamos a acumular tanto resentimiento y odio hacia esa persona que nos ha herido, que le deseamos lo peor y nosotros debemos tener presente que venimos de lo peor.

¿Cómo perdonar a alguien que nos ha hecho daño?

Perdonar es un proceso en donde tiene que estar conectada la mente, los sentimientos y las acciones. Nada de esto debe ir por separado. Reconoce que tienes una herida que tarde o temprano debe cicatrizar. En cualquier proceso de catarsis, es necesario dejar a un lado la negación ante un hecho, ya que eso te ata y te impide dar el siguiente paso. Es de importancia aceptar que hay que doblar la página. No reconocer que hemos sido heridos o vulnerables ante alguien, incrementa los sentimientos negativos y acumula rencor; lo cual es peligroso y le hace daño a tu salud física, emocional y mental. Así que adelante que este país nos necesita.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.