Uno no puede convertirse en contestatario de oficio por cada cosa que como pulga salta sobre el petate. Hacer eso es entrar a un desgaste que te conduce únicamente a diluir esfuerzos que deben concentrarse en tareas o propósitos que realmente valgan la pena y que son escalones para ascender hacia sitiales que sean mejores que lo que hoy tenemos.
La realidad del país, la que vivimos internamente en Nicaragua, es clara. Por un lado hay un gobierno víctima de un intento de golpe de estado que ya está conjurado y por otro al sector golpista desesperado por su fracaso extinguiéndose en sus profundas contradicciones y realizando que por sus hechos dejaron de ser interlocutores al reconocer por propia boca que nadie los eligió para presumir liderazgos ni para representan a nadie en mesas cuadradas o mesas redondas y de ahí que luzcan sumamente ridículos al responsabilizar al Gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional por un diálogo que la alianza cínica jamás quiso.
En ese circo del primer diálogo que a iniciativa y solicitud del Presidente Daniel Ortega coordinaron, mediaron y testificaron cuatro obispos en representación de la conferencia episcopal, de los cuales tres, Leopoldo Brenes, Silvio Báez y Rolando Álvarez, resultaron más vandálicos, que los propios vándalos, un chatel que no sabe ni cómo se llama, que se pasó ensayando tres semanas la estupidez que llegó a decir, de que aquello no era una mesa de negociación sino una mesa de rendición y que huyéramos en el primer avión, aunque después la ensoberbecida criatura fuera la primera en irse, todo lo que hizo la alianza cínica fue cerrar las puertas a toda solución y además estrangular al país con aquellos tranques que eran la fuente de las muertes, heridos, secuestros y torturas que ya conocemos y por supuesto el dañó a la próspera economía que teníamos hasta el 18 de abril del año pasado.
Los que tuvimos ahí como parte de la delegación gubernamental a la que en lo personal me invitaron llamábamos reflexivamente, al diálogo franco y responsable y no único que recibíamos eran insultos de quienes estaban engallotados.
Los que estaban al otro lado nos creían en el suelo, indefensos e impotentes, mientras ellos se miraban sobre nosotros, con sus rodillas en nuestros pechos, degollándonos con amenazas y descalificaciones bajo la total complacencia de los obispos que ya mencioné, de los sacerdotes que los auxiliaban y de todo el cuerpo de asesores que tenían.
Nos creyeron débiles porque frente a sus odios, captados en cámaras, nosotros respondíamos con argumentos para hacer de la razón el camino para que dialogáramos y acordáramos y siempre la respuesta de ellos fue que no levantaban los tranques, porque ese era su instrumento de presión, aunque fueran la fuente de tanto crimen, destrucción y ultraje a la dignidad humana y que ellos estaban ahí para negociar la salida de Daniel Ortega del país y que los costos del daño a la economía la asumirían ellos, se acuerdan de esa brutalidad dicha en voz alta por Michael Healy, pues bien eso nos tiene como estamos. Menos mal que el Presidente de Nicaragua dijo basta ya a esos escenarios de crimen y liberó a la policía que estaban acuartelada para liberar al país.
Aquel show que se hizo de aquel diálogo en el Seminario de Fátima hasta ahí llegó y unilateralmente el gobierno dijo sí a la venida de la CIDH, dijo sí a la venida de una comisión de la O.E.A, dijo sí a la venida de una comisión de eurodiputados, dijo sí a la venida de misiones norteamericanas, a sabiendas de que cada una de esas misiones ya tenían un prejuicio deletreado por el imperio y que los informes, como efectivamente fueron, resultarían sesgados, pero a cambio la alianza cínica, fuera de los insultos, ofensas y amenazas, no fueron capaces de dar nada, porque no tenían nada, porque no representaban nada, porque no podían aportar nada y porque nunca fueron nada.
Esta misma alianza cínica, que tuvo por delegados a individuos designados por los obispos vándalos de la conferencia episcopal, creyeron que en aquel mamotreto de diálogo instalado el 16 de mayo del 2018 tomaban el poder y por no escuchar el mensaje del tiempo que tomó reconciliarnos del Presidente Daniel Ortega, que se abría a discutir todo tema desde en el marco constitucional, por pura soberbia, lo que hicieron fue desperdiciar aquel momento.
Asesinada esa oportunidad por individuos que no tienen la menor referencia de lo que es la política y la negociación por el interés nacional lo que hicieron fue tramitar con sus amos imperiales más agresiones contra Nicaragua y cuando se aprobó la Nica-Act que es una puñalada contra el pueblo hasta brincaban de felicidad sin que les fuera suficiente la destrucción a la economía que ya habían generado con el fallido golpe.
El presidente Daniel Ortega, en defensa de los programas sociales y la seguridad de los ciudadanos, se dedica ante el fracaso del mamotreto del Seminario de Fátima, a estabilizar al país, a limpiar unilateralmente los tranques, a establecer el orden, a poner las cosas en su lugar y quitarse de la cabeza la pistola con la que le apuntaban y así crear las condiciones que permitieran, un diálogo de verdad, donde no hubieran multitudes, ni cámaras, ni dados cargados que perturbaran una negociación que se montó en el INCAE el 27 de febrero de 2019 con dos mediadores, un representante del Papa Francisco y otro de Luis Almagro y por supuesto seis delegados de la Alianza Cínica y seis representantes del Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional.
Aquel primer día y por una sola vez llegó Leopoldo Brenes y no regresó porque se propuso que ahí debían estar también los evangélicos y eso marcó el resultado que tendría aquella mesa redonda donde la Alianza Cínica, como en el primer intento de diálogo igual no aportó nada, ni siquiera fue capaz de aportar insumos para la hoja de ruta que definiera la agenda y todo el tiempo se la pasó diciendo que iba y que no, que si no le daban esto o lo otro se retiraban y al final el balance indica que pasaron más afuera que dentro y que todo lo que de ahí resultó fue por decisiones unilaterales de la delegación del gobierno que liberó a la totalidad de terroristas que asesinaron, destruyeron, saquearon y torturaron; definió garantías para que los que se fueron huyendo a cualquier parte por los delitos que cometieron regresaran; se elevó con rango de ley la creación de comisiones de paz y reconciliación por todo el país y se declaró una amnistía total para todos los delincuentes que destruyeron Nicaragua, mientras que los temas políticos quedaron pendientes porque la Alianza Cínica, además de querer cuotas de poder, se opusieran a que las reformas electorales se trataran con los partidos políticos.
Hoy estos cabecillas de la Alianza Cínica, que lo único que hacen es tratar de llamar la atención y vaya que sí lo hacen con sus escándalos, frustraciones y fracasos, con el soporte de todos los medios vandálicos que conocemos, se han dado a la tarea de decir que el fracaso de las negociaciones es culpa del gobierno cuando lo que la realidad pinta es que vamos a tratar las reformas electorales con los partidos políticos, donde podrán estar ellos, pero no como la contraparte sino uno más en la mesa donde la agenda es el perfeccionamiento de nuestro sistema electoral para ir con ellos a las elecciones generales de noviembre del 2021.
Hacia eso vamos, no hay otro camino y aunque vayan al imperio a pedir más sanciones y metan el mono de que el gran capital, que es parte del golpe fallido, se volverá a reunir, lo que deben hacer esos que se viven matando entre sí, es buscar un partido político o formar uno, para que prueben si su oferta de entregar a Estados Unidos a nuestro país la apoya el nicaragüense, para ver si es cierto si tienen la mayoría, para ver si tienen otra cosa que ofrecer que no sea odio.
El 19 de julio pasado las cartas fueron definitivamente puestas sobre la mesa, aquellos que no lo entienden siguen perdiendo su tiempo y cuando les decimos que se organicen, que formen su partido o se alíen con uno, lo hacemos de corazón, porque saben qué el sandinismo y sus aliados estamos que rascamos por demostrar que en noviembre próximo la inmensa mayoría querrá ser un barrendero para limpiar tanta cochinada mal oliente que enferma el presente y contamina y futuro.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.