Ante los reiterados ataques e imposición de sanciones desde el Gobierno de Estados Unidos (EE.UU), contra los pueblos independientes del continente americano, la promulgación de la Primera Declaración de La Habana de 1960, se mantiene en inminente vigencia y aplicabilidad.
El líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, quien fue el principal abanderado de este histórico documento responsable del despertar de la Cuba de esa época, manifestó la imperiosa necesidad de alcanzar reivindicaciones sociales, económicas y hasta culturales para el pueblo cubano en primer lugar y en lo sucesivo para los sectores más vulnerables del mundo.
“La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba condena enérgicamente la intervención abierta y criminal que durante más de un siglo ha ejercido el imperialismo norteamericano sobre todos los pueblos de la América Latina”, declara la Primera Declaración de La Habana contra el intervencionismo.
En este sentido la Primera Declaración de La Habana, publicada el 2 de septiembre de 1960, preserva hoy día una vigencia que encausa importantes luchas sociales en el mundo entero. La isla de Cuba erigió su nueva Constitución de 2019 sobre las bases de esta declaración.
- El derecho del campesino a la tierra.
- Oportunidad del niño y adolescente a la educación libre y gratuita.
- Asistencia médica primaria y asistencial para los enfermos y la colectividad en general.
- Manutención, seguridad social y pensión para adultos mayores y personas de la tercera edad.
“Que no haya enfermo que no tenga atención médica; que no haya niño que no tenga escuela, alimentación y vestido; que no haya joven que no tenga oportunidad de estudiar; que no haya persona que no tenga acceso al estudio, la cultura y el deporte”, reza la actual Constitución cubana.
Por otra parte, esta declaración avivó la llama de la autodeterminación de los pueblos y el respeto a la independencia, además de la autonomía soberana contra los imperios y las intenciones de injerencia coercitiva de EE.UU.
“Esa intervención continuada e históricamente irrebatible, traiciona los ideales independentistas de sus pueblos, borra su soberanía e impide la verdadera solidaridad entre los países americanos”, señala.
El documento cubano de 1960 se alzó de manera directa contra las estrategias colonialistas de la época, artimañas políticas y diplomáticas gestadas para ejercer dominación.
La Doctrina Monroe, fungió como un plan intervencionista y castrador afianzado en la superioridad militar, como lo define el mencionado documento de la Revolución cubana, “para extender el dominio en América de los imperialistas voraces”.