Salud
septiembre 19, 2019

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La Organización Mundial de la Salud alerta sobre una posible amenaza de “pandemia fulminante”.

“Si es cierto el dicho de que ‘el pasado es el prólogo del futuro’, nos enfrentamos a una amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera”.

Esa es la alerta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial emitió en un informe difundido este miércoles 18 de septiembre del 2019.

Basado en el análisis de pandemias de épocas pasadas, el documento advierte que “el mundo no está preparado” en caso de generarse una epidemia.

El informe -redactado por la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación (GPMB, por sus siglas en inglés)- es el parteaguas del documento completo que será publicado el próximo lunes 22 de septiembre.

El objetivo de los investigadores era claro: evaluar la capacidad del mundo para protegerse de las emergencias sanitarias, determinar los puntos débiles para atenderlas y plantear estrategias de preparación.

El punto de partida para la GPMB fue evaluar diversas pandemias que segaron vidas en diferentes épocas temporales. Uno de ellas, por ejemplo, fue la influenza de 1918, una catástrofe global que mató que unos 50 millones de personas.

El informe estima que si en el 2019 ocurriese un contagio similar, el panorama es aún más grave: la pandemia podría matar hasta 80 millones de personas y destruir el 5% de la economía mundial.  

Casi 100 años después, entre el 2011 y el 2018, la OMS registró 1 483 epidemias a escala mundial. Entre ellas, se incluyen males como el síndrome respiratorio agudo severo y el ébola, que causó una pérdida de más de USD 53 000 millones en gasto económico y social en África occidental. Es decir, en la cotidianidad, la epidemia derrumbó empleos, el acceso a la atención médica y  causó desplazamiento forzado y mayor índice de mortalidad.

Aun cuando se han perdido miles de vidas, la OMS cuestiona la falta de concienciación del ser humano con las pandemias. “Durante demasiado tiempo, hemos permitido un ciclo de pánico. Aumentamos los esfuerzos cuando hay una amenaza grave y luego nos olvidamos de ellos rápidamente cuando la amenaza desaparece. Ya es hora de actuar”. 

Existe otro factor que agudizaría la propagación de una epidemia: el tiempo. El informe reza que la capacidad de viajar a cualquier parte del mundo en 36 horas facilitaría que la patología se reproduzca a través de una nación y luego al mundo.

El cambio climático también incide en los efectos que puede llegar a tener una pandemia. El avance del calentamiento global se traduce a que enfermedades contagiadas por mosquitos como el zika y el dengue se extiendan al continente europeo y a países como Estados Unidos y Canadá. La consecuencia es grave: 1 000 millones de personas más estarían en riesgo.  El brote de enfermedades afecta a los países con menores posibilidades económicas, los más pobres.

En la República Democrática del Congo (África), por ejemplo, sus habitantes batallaron con el brote de ébola durante más de un año. Pero ese no fue el único problema, sino que la desconfianza que la comunidad tenía con los servidores de la salud causó varios episodios de violencia en su contra.

La ciencia y la innovación tecnología también influyen tanto en la prevención y combate de diversas patologías, pero también su creación. La OMS alerta que los avances científicos y tecnológicos podrían proveer entornos ideales para que se generen nuevos microorganismos causantes de enfermedades. En consecuencia, el riesgo de una futura epidemia sería mayor.

“Actores sociales y la comunidad internacional han avanzado en la preparación para enfrentar emergencias de salud, pero los esfuerzos actuales siguen siendo extremadamente insuficientes”, se lamenta en el informe.

El mundo no está preparado. Pero la responsabilidad recae en los líderes mundiales. Por eso, la OMS los insta a comprometerse con siete acciones específicas: el monitoreo del progreso durante las cumbres internacionales, la creación de planes ante desastres con proyección para varios años, el fortalecimiento de la coordinación de las Naciones Unidas, el establecimiento de sistemas de preparación en todos los sectores, la creación de vacunas y tratamientos innovadores y el desarrollo de simulacros.