El Salvador el país más pequeño de la región centroamericana, pero regionalmente con una frondosa economía, aunque no necesariamente la mejor, entró en la órbita de su propia crisis política de la mano de su Presidente Nayib Bukele, un muchacho, un milenium, que fue alcalde de la capital, San Salvador, y posteriormente, gracias a sus habilidades mediáticas a través de las redes sociales y de un discurso anti sistémico se hizo con la primera magistratura de la nación.
Nayib Bukele, de origen musulmán, nació a la política de la mano del FMLN del que tomó distancia luego de que la organización político-militar no lo postuló ni avaló candidaturalmente para la primera magistratura de El Salvador porque entre otras cosas lo miraban muy celeque, muy inmaduro y aunque fue alcalde de la capital cuzcatleca la administración desde la Presidencia de la República ya era otra cosa y todo hace indicar eso era correcto.
El FMLN no quiso correr el riesgo que representaba la precocidad de éste milenium porque no era lo mismo subsanar un error político desde una alcaldía que desde el más alto cargo de responsabilidad en su país y como el Frente Farabundo Martí no apoyó Nayib Bukele, entonces este decidió hacer champa aparte y crear su propio vehículo electoral para lanzarse a una candidatura que evidentemente debilitó al FMLN y lo hizo perder, pero lo que no perdió el FMLN fue la razón porque ahora El Salvador está sumido en una crisis profundamente seria gracias a la irracionalidad de quien ya lucia como un irresponsable de marca mayor.
Increíblemente Nayib Bukele, que solo tiene el control del poder ejecutivo, se hizo escoltar de los generales de las fuerzas armadas de El Salvador, para invadir el sagrado recinto parlamentario de la Asamblea Nacional, aplastarse en la silla que corresponde al presidente de ese poder del estado y desde ahí actuar su propia payasada y decir que lo que estaba haciendo es porque Dios así se lo ordenaba para luego soltarse en amenazas contra los diputados a los que advirtió quitaría el cargo sino hacían su capricho.
Bukele montó semejante show para que la Asamblea Nacional Salvadoreña, donde el 75 por ciento de los representantes es opositor a su gobierno, le apruebe 100 millones de dólares, apenas un aruño para una economía que anda por los 29 mil millones de dólares, que sirvan para la compra de armas y materiales ofensivos para combatir a las maras o pandillas del M-19, lo que para la gran mayoría de los diputados es una propuesta y estrategia errónea porque eso conllevaría a más violencia.
La irracional frustración de Bukele, a quien el pueblo salvadoreño eligió con el 53.1% de sus votos hace un año es porque en la Asamblea Nacional, su partido, la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), sacó apenas 11 parlamentarios, ARENA 37, el FMLN 23, y otros cuatro con 14, es decir desde un primer momento supo que gobernaría con un enorme contrapeso y de ahí que analistas interpreten que la invasión castrense al parlamento cuzcatleco obedezca a una estrategia políticamente suicida de Bukele que ejecutó a todas luces un golpe de estado legislativo que desató una crisis insospechada en su país.
Bukele quiere influenciar al electorado salvadoreño pintando de malos a los diputados que le hacen oposición en su parlamento para que la correlación de fuerzas cambie en las próximas elecciones pero el tiro le habría salido por la culata porque ni el mismo imperio, a quien le lame los pies, reaccionó como creía, mientras que internamente solo una pequeña portátil se sumó al desagradable espectáculo de ver guardias regados por doquier ejecutando una tendencia repugnante de presidencias auto impuestas como la de Guaidó en Venezuela, como la de Añez en Bolivia tras el golpe a Evo y ahora Bukele en El Salvador contra la Asamblea Legislativa.
En términos generales el imperio norteamericano está demoliendo democráticamente américa latina y está estableciendo las bases sangrientas de un fascismo contra el que hay que hacer resistencia desde cuanto foro internacional se pueda porque estamos frente a estrategias novedosas, aunque con los mismos propósitos de chuparnos la sangre y empobrecernos, conduzcan a los pueblos de Latinoamérica a ser reducidos y domesticados por las cañas huecas.
Mientras esto sucede organismos internacionales y hemisféricos como la O.E.A callan y son cómplices de estas barbaries, porque en el contexto Luis Almagro, sabe que su silencio equivale a la obtención del voto salvadoreño para su pretendida reelección. Es decir, al carajo la democracia, el estado de derecho, el voto popular, el respeto a la institucionalidad y otros conceptos políticos de la sociedad moderna que volaron en pedazos tras una explosión dinamitera ejecutada por esa corriente fascista que tiene por objetivo asesinar los valores sobre los cuales crecieron los principios de independencia y soberanía en naciones que como la nuestra vive una libertad plena.
Bukele rápidamente se dio cuenta que metió las de andar y el mismo habilitó que las instituciones de su país lo pusieran bajo el proceso de un juicio político que de ser impulsado a fondo podría destituirlo del cargo como mandatario y enviarlo a la cárcel como un presidente más que en ese país concluye su administración sin pena ni gloria para morir, caer preso o terminar exiliado como ha pasado con todos los que le han precedido.
Donald Trump ha sido un espejo maldito en el que se han visto reflejado algunos locos que como Macri en Argentina, Piñera en Chile, Bolsonaro en Brasil, la Añez en Bolivia, Guaidó en Venezuela, Hernández en Honduras, Duque en Colombia, Alvarado en Costa Rica y ahora Bukele en El Salvador, se jactan de representar un fascismo potente y mutantemente más irracional que aquel que concibieron originalmente Hitler y Mussolini.
Cada uno de esos dementes, a los que no veo un futuro honorable una vez que salgan de sus respectivos nichos de poder, hasta hoy no hicieron absolutamente nada en sus países que valga la pena destacar de lo contrario sus pueblos no estarían en las calles protestándoles, pero sí se confabularon contra aquellos que sí hicieron en sus naciones y qué, por haber hecho, y mucho, se constituyeron en malos ejemplos para el imperio que tomó a la jauría de perros rabiosos que ya mencioné para lanzarlos a la yugular de países progresistas que por el pecado de tener una visión social de izquierda, que es diferente al trasnochado comunismo, se les ocurrió que había que acabarlos.
Nosotros en Nicaragua desde la “A hasta la Z” nos tragamos el fallido golpe de estado del 18 de abril por parte de quienes desde el oposicionismo son los representantes en nuestra patria del imperio. Sabemos quiénes son, que hacen, por donde andan y qué pretenden y sabemos también cuánto reciben, de quien reciben y como se continuaran repartiendo la paga mercenaria por destruir el país porque Mister Donald Trump les acaba de dar, descaradamente, de un solo plumazo, otros diez millones de dólares más que generen las condiciones para intentar otro golpe, pero aquí no están los carabineros de Chile, ni tenemos una guardia pretoriana como la de El Salvador u Honduras, aquí lo que hay es un pueblo que sabrá defender su paz y que por mucho dolor que pretenda causarnos cobardemente el imperio nuestra respuesta deberá continuar siendo la misma, seguir adelante porque aquí hay un sol que no declina.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.