Los nicaragüenses tenemos una enorme deuda con nuestros hermanos cubanos porque de 1979 hasta 1990 y desde el 10 de enero del 2007 hasta nuestros días, en dos tiempos, marcados por características y circunstancias muy distintas, ellos siempre estuvieron aquí y siguen estando aquí para compartir con nosotros y aplicarnos a nosotros los métodos y modelos que siendo originalmente de ellos, nos han sido enormemente útiles en nuestro desarrollo como sociedad.
Los cubanos son ciudadanos del mundo porque han trotado el planeta llevando sus conocimientos hasta el último rincón de cualquier continente porque se han certificado con un sentido de solidaridad tan incuestionable que solo así se explica el cómo sean un referente en las ciencias médicas, pedagógicas, deportivas, culturales, artísticas y sin duda, apropiados en otros ramales de un altruismo que solo puede ser mal criticado por gente envidiosa y desadaptada que es incapaz de ver más allá de sus narices y sabemos quiénes son.
La Justicia Divina en el actual contexto internacional ha puesto en alto relieve el peso determinante de la ciencia médica cubana en el tratamiento de esta pandemia, el COVID-19, que además de una gripe muy particular e infecciosa ha creado una histeria y miedo que francamente no creo que tenga par en la historia de la humanidad.
Los cubanos siempre han sido personas interesantes, se hacen notar muy fácilmente y cuando su acento aflora lo primero que decimos es, ¡ahí está cubano! porque su gen, es alegre, bullanguero, de alta voz, hablantín a cuál más, lleno de un optimismo y notoriedad única y esta es una particularidad mucho más marcada en los cubanos que viven en la Isla y creo que eso es un valor agregado a su caracterizado perfil porque entonces son parte de ese pueblo que desde hace sesenta años ha sido perversamente bloqueado por quien como vecino, a una distancia de apenas noventa millas, le ha tirado con todo a través de un bloqueo criminal repudiado por la casi totalidad del mundo, pero sin éxito porque la revolución cubana ha sobrevivido y seguirá sobreviviendo.
El cubano como ser humano tiene unos valores y unas ideas de dimensiones universales y de ahí que sean peregrinos del mundo compartiendo su ciencia con otros pueblos. Los cubanos por ser injustamente maltratados por el imperio norteamericano han desarrollado un impresionante deseo de solidaridad, surgido de la necesidad de visibilizar un humanismo que sobra entre ellos en la Isla y que es tan inagotable que da para que otros, como los nicaragüenses en nuestro caso, también lo recibamos de ellos y gratuitamente,
Yo me pregunto qué sería la Cuba de hoy si la criminal perversidad de los Estados Unidos nunca hubiese impuesto asesinamente ese bloqueo que ya sobrepasó los sesenta años. Se imaginan las peripecias que han tenido que hacer los líderes cubanos junto a su pueblo para sortear la adversidad y sobrevivir en medio de las amenazas constantes de sanciones y más sanciones y más sanciones todos los días sobre todo ahora que el fascismo se tomó la Casa Blanca donde un loco decidió ensañarse con Cuba solo porque se le ocurrió que los estadounidenses lo eligieron presidente del mundo y no solo del imperio.
Cuando China advirtió de la gravedad del Coronavirus en su país los cubanos que trabajan científicamente en vacunas contra muchas enfermedades y supieron de las características del COVID-19, pusieron incondicional y gratuitamente a la orden del poder asiático el Interferón Alfa 2B, un medicamento con una efectividad tan incuestionable que ya despertó el interés por tenerlo en al menos unos 15 países donde la pandemia está haciendo de las suyas masivamente, mientras desde Pekín se celebra que los niveles de contagio, gracias al uso de esa medicina, ya no son estadística y porque la recuperación ahora es alta.
El Interferón Alfa 2B es un antiviral que repone las defensas humanas como producto terapéutico sin ser vacuna, porque objetivamente apenas se trabaja en ella, y seguramente los nicaragüenses la tenemos si consideramos, la llegada de la brigada de médicos cubanos que a solicitud del Presidente Daniel Ortega ya nos asiste para enfrentar el ingreso de esta peste, que ya nos tocó las puertas en nuestro país, hasta ahora con timidez e importada, gracias a la capacidad de prevención que ha desarrollado el gobierno sandinista.
La llegada de la brigada cubana para asistirnos y asesorarnos contra esta pandemia representa a los nicaragüenses un motivo más de agradecimiento hacia ese noble pueblo porque una vez más nos extienden la mano, nos auxilian y se hermanan con nosotros en los momentos difíciles incondicionalmente y solo a cambio de la satisfacción de atendernos y pienso que eso debe traducirse en una especie de justicia divina para una nación que sin duda alguna estará dispuesta a abrirse al mundo donde incluirá tarde o temprano, a sus más odiosos, acérrimos y criminales enemigos y a la cabeza de ellos los Estados Unidos.
Imagínense ustedes lo que la arrogancia y la prepotencia imperial tiene que tragarse viendo cómo el mundo, sumergido en la crisis viral más contagiante, de todos los tiempos, tenga que aceptar el inmenso peso que sobre la pandemia tienen los científicos y la medicina cubana que puede ser la base y el origen de algunas vacuna contra el COVID-19 que ya se ensayan y que ya se han anunciado y tenga que recurrir a ella y que el bloqueo, que la soberbia imperial decretó contra la isla, tenga que ser roto por los mismos cobardes, por los enemigos de la humanidad, que quisieron ver doblegada a la revolución cubana y no pudieron.
Se imaginan ustedes ese castigo divino, se imaginan la velocidad que de retorno trae esa piedra que después de haberla lanzado, porque se creyó libre de pecados, le dará en el mero pico al Águila Calva. Dios, no hay duda, se encarga de poner las cosas en su justa medida. La Justicia Divina da, a cada ser, según sean sus actos, sus méritos o frutos, por lo tanto, cada persona o sociedad recibe lo que le corresponde en bien o en mal. Casi siempre la Justicia Divina actúa a largo plazo. Por ejemplo: si alguien comete un crimen, no será asesinado de inmediato por Ley de Causa y Efecto, el Karma, sino en la vida siguiente o en otras posteriores. Así sucede para dar tiempo a quienes se equivocan y puedan comprender y rectificar sus errores como los Estados Unidos que ha cometido tantos, que se dio a odiar por el mundo, y como el mundo lo odia, quiere vengarse de todos en el planeta, llegando a crear incluso, armas biológicas que según China son una producción imperial y que ahora está haciendo estragos en una Norteamérica que refleja una incapacidad gubernamental para manejar un tema que no se resuelve necesariamente con riales porque allá en Washington, en Nueva York o cualquier estado de la Unión Americana, hacerse la prueba del Coronavirus cuesta U$ 3500 dólares, mientras en países bloqueados como Cuba, se produce la vacuna y en países agredidos como Nicaragua la prueba no cuesta un centavo porque tenemos no solo un excelente sistema de salud , sino que además es constitucionalmente gratuito, incluso para esos descerebrados que por haber hecho uso de él aún respiran, aunque siempre terminen maldiciendo a la vaca que les dio la leche.
Por medio de la Justicia Divina, se saldan muchas cuentas pendientes y no necesariamente porque sean parte de una planificación, sino porque el abuso del grande sobre el pequeño terminó en un castigo severo cuya suspensión depende de la misericordia de quien ha sido agredido y no me equivocaría al decir que estamos muy próximos a ver al Águila Imperial de rodillas ante una Cuba que será sin duda será generosa y entregará con el Olivo de Paz su asesoría y medicina al verdugo que la ha escarnecido durante más de 60 años, aunque sea el padre de ésta peste.
Allá en Estados Unidos hay un loco que cree que lidiar con esta Pandemia es solo de mandar a sus casas a todos sus ciudadanos con los gastos pagados porque consiguió en un plan de emergencia de 50 mil billones de dólares y con internet incluido y que egoístamente propuso a los alemanes comprar todos medicamentos en desarrollo contra el COVID-19, pero siempre y cuando fuera solo para ellos, pero la verdad es que nada de eso vale porque lo fundamental es un sistema de salud efectivo y gratuito que allá nadie tiene, con un modelo de control epidemiológico que tampoco tienen y por supuesto con una medicina cubana que solo podrá tener si sabe utilizar las palabras mágicas; “Por favor ayúdennos que nosotros por sí solos no podemos”.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA
Por: Moisés Absalón Pastora.
24 Marzo