Cuando la ignorancia y la estupidez ladran la humildad, la bondad y la sabiduría callan no por falta de testosterona, que por supuesto sobra, sino porque tanta humanidad junta no debe permitirse jamás descender al estercolero del odio.
Hay quienes, especializados en maldecir a su propio país, dicen barbaridades, ahora en el contexto de esta pandemia que aflige al mundo, de lo que hace el gobierno para combatir con inteligencia, con estrategia, con serenidad, pero a muerte, al Coronavirus; del modelo de salud creado para guerrear contra una amenaza que como esta es aterradora; contra las redes comunitarias que solo en este fin de semana que pasó visitaron a más de 453 mil familias, a millones de nicaragüenses, casa por casa para hablar de la prevención y de la misma forma ladran contra lo que se haga desde el nuevo perfil que ahora tienen porque ahora son también tan expertos epidemiólogos y virólogos que hasta se atreven a decir, a los que sí saben, lo que deben hacer.
El Coronavirus ha golpeado a las potencias económicas más grandes del mundo. Las calles de esas inmensas selvas de concreto son metrópolis vacías porque el mundo hoy, en la dinámica que lo conocíamos, está recluido en sus casas porque el modelo hospitalario y de salud, creado por el capitalismo salvaje, nunca fue más importante que los bancos, que las bolsas de valores, que la sociedad de consumo que estimularon para mantener contentas a muchas sociedades que ahora se dan cuenta que las verdaderas prioridades de los pueblos eran programas sociales que como los que tenemos aquí, en nuestra empobrecida Nicaragua, permiten que hasta ahora hayamos amortiguado la impactante fuerza de este monstruo, que además combatimos en la más absoluta normalidad en tanto el proceso de esta lucha nos lo permita porque debemos estar claros que debemos tener serenidad en cada decisión que tomemos en el presente porque afectará nuestro futuro y eso significa no dejarnos llevar por el miedo, no permitir que el pánico tome el control de nuestras vidas y menos que el odiovirus quiera afectarnos masificando en nuestra siquis un estado de terror que no podemos permitirnos.
Hay medios de comunicación en nuestro país, qué a través de sus presentadores, generalmente doctos insignes en brutalidad, Canal 10, Canal 12, La Prensa, la Corporación y otros, que se han dado a la tarea, obedeciendo a su financiero Estados Unidos, el país que está en tercer lugar de afectados en el mundo con más de 37 mil enfermos y más de 480 muertos, insisten en mentir y más mentir, en descalificar sin proponer, aunque sea un llamado a la calma, en difamar a los que sí están haciendo y en politiquear tratando de hacer comparaciones con lo que otros países han hecho cuando Nicaragua, repito, no tiene razones para tremendizar situaciones que no tenemos porque lo que otros hoy lamentan nosotros las enfrentamos desde enero, desde el mismo momento en que China comenzó a balbucear sobre la pandemia y no es que lo diga yo, es que así lo reconoce la misma Organización Panamericana de la Salud cuando habla de que nuestro sistema de salud es robusto, que cumple rigurosamente todos los protocolos, que cuenta con las estructuras para atender y recibir con seguridad a los enfermos y que además tiene lo que otros no, una red comunitaria de salud en todo el territorio.
Hay un loco en El Salvador, Nayib Bukele, que algunos ignorantes, seguramente tan fascistas como él, han pretendido proyectar como “el gran ejemplo a seguir” de lo que aquí debemos hacer porque este cerró por aire, mar y tierra sus fronteras para que supuestamente no entrara la peste, pero la primera de otras que tiene le llegó por un punto ciego; También aquí gente que no trabaja, porque nació cansada y siempre ha vivido arrimada o en igual caso viviendo de la política y el financiamiento norteamericano, dicen que emulemos al milenium de Bukele porque este muy desprendidamente con lo que no es de él ordenó la suspensión de los pagos de agua, luz, teléfonos, internet y hasta autorizó ayudas para los que no trabajan en una modalidad que se pagará deslizadamente después, pero que los más versados economistas de su país le cuestionan porque eso tendrá consecuencias futuras para el desarrollo económico de El Salvador que vive un proceso de paralización más efectivo que las medidas hiperbólicamente absurdas como la construcción de un mega hospital que da la impresión que será un gigantesco cementerio en vez de esforzarse prever el impacto de la peste como hacemos aquí.
Mientras el mundo, comenzó a ser invadido por la pandemia que golpeó las sólidas economías que tenía, pues ahora vamos a tener que hablar en pretérito de él, fue colapsado en el sistema de salud que el capitalismo salvaje le impuso, aquí en Nicaragua, una de las últimas naciones en ser afectadas en América, donde hay países con centenares y decenas de enfermos, gracias a Dios solo tenemos dos que, además están estables, digna y profesionalmente atendidos, bajo el cuidado de profesionales médicos y enfermeras a los que hay que poner agradecidamente en un nicho, no solo por los que están en Nicaragua, sino con todos los trabajadores de salud del planeta donde ya hay varios que no están porque se fueron haciendo valer el juramente hipocrático sin poder ver la victoria que más temprano que tarde lograremos en un futuro no tan remoto sobre esta peste apocalíptica que merece sí toda nuestra atención, pero que no es más que iniquidades que no hemos podido superar como por ejemplo la muerte que diariamente mata a miles de personas en el mundo por hambre; los que igualmente perecen por no tener hospitales y medicinas o los que dislocan sus vida por ignorancia o falta de educación y de escuelas.
No hay duda que la democracia social que la mayoría de los nicaragüenses, que tenemos visión humanista hemos construido, contrasta con la del poder imperial de los Estados Unidos y por eso es que Washington ni en tiempos pandémicos como los que vivimos ha dejado de hostigarnos porque hasta recientemente escuché al tristemente célebre embajador gringo en nuestro país fustigar nuestro sistema de salud cuando el suyo, a pesar del poder económico que tienen, la peste les hizo colapsar sus hospitales y no saben qué hacer porque están sin personal médico y de enfermería para luchar contra un virus que ya ubica a la Norteamérica anglosajona como la tercera nación más afectada del planeta por una amenaza global que el emperador Donald Trump minimizó al menos 20 veces en su famoso Twitter desde el que dijo siempre que a otros sí pero que a ellos no y ahora anda buscando billete desesperadamente hasta por debajo de las piedras, pero sin dejar de financiar a sus lacayos nacionales aquí que lo único que hacen es crear infructuosamente pánico en una población que ya los conoce, que sabe de la materia fecal con qué está hecho cada pucho y que prefiere ser heroína y no villana.
Por la heroicidad de todos los trabajadores de nuestro robusto sistema de salud, donde hay médicos profesionalmente probados, donde hay enfermeros y enfermeras al lado de los que sufren por el virus, donde hay conserjes que son determinantes en el aseso de los hospitales, donde hay administrativos propensos al contagio y al que se incorporan también aquellos que constituidos en brigadistas recorren los barrios para instar a los pobladores para que sigan las recomendaciones de los epidemiólogos que nos informan a cada momento, es que debemos seguir al pie de la letra toda orientación que nos permita mantener al mínimo o reducida la agresividad del COVID-19.
Esa es la heroicidad de la inmensa mayoría de los nicaragüenses detrás del Coronavirus. Esa es la voluntad que traducida en un amplio espíritu de solidaridad nos hace grandes e invencibles ante la vulgaridad e ignorancia con que algunas bazofias reciben a nuestros brigadistas en las puertas de sus casas y para colmo, creyendo que la estupidez de sus actos les merece medallas, las graban y las suben a las redes buscando aplausos que nunca tendrán.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA
Por: Moisés Absalón Pastora.