Opinión
marzo 26, 2020

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Detalles del Momento: La desinformación en tiempos de pandemia

Un elemento fundamental que en nuestra sociedad fue masacrado desde el fracasado golpe de estado fue la verdad. Esta fue asesinada por la desinformación panfletaria que algunos generaron desde el disfraz periodístico para finalmente envolverla en la mortaja de la mentira y tirarla como cualquier cosa y en cualquier lugar para tapar el crimen que cometieron contra Nicaragua.

Hoy las mismas miserias humanas de ayer, por esta vez vestidas con el traje del odiovirus, han vuelto a la carga, pero ahora lanzando las mismas mentiras desde el triste contexto del COVID-19 a fin de imponer el miedo, la mentira, la angustia como instrumento de sus aventuras políticas para descalificar todo lo que se hace y con mucho éxito, el gobierno de unidad y reconciliación nacional, cuya estrategia ha permitido que por el momento solo contabilicemos solo dos casos, además importados, de contagios.

Cuando alguien busca una razón que justifique todo lo que hacen, los muertos que con vehemencia desean y generan; la economía que destruyeron ayer y que quieren ver totalmente pulverizada hoy; el desempleo que dispararon y que insisten que deje en la calle a todos ahora y el daño moral que nos causaron para dividir desde la mentira que proyectaron a la familia nicaragüense, solo la encuentra en el diseño perverso y malévolo, que tiene su principal base en la desinformación y en la mentira, que descaradamente tiene una inventiva burda, pero que el afán por divulgarla es tan demencial, que ya no les importa el ridículo que hacen cuando publican por las redes sus infamias.

La desinformación es la ausencia de información verdadera, de información veraz. La desinformación es chisme, es cuento, es rumor, es novela y al final un veneno mortal en la mente humana. Una persona desinformada es un tóxico ambulante con una lengua dislocada que se mueve repitiendo mentiras, desfigurando realidades y sirviendo de agente a quiene inventa mentiras para causar daños que por su propia maldad no son capaces de calcular.

La desinformación puede producirse sin intención cuando la naturaleza de alguien es atrevida y afirma cosas que no son solo porque lo escuchó de otros, igualmente perdido sobre cualquier tema, pero cuando esta se genera desde un medio de comunicación, donde se supone que debe haber un periodista responsable y además de mentir a cada cosa le da una dimensión apocalíptica ahí las cosas cambian porque claramente hay una intención dolosa y hasta sediciosa en el caso de lo que pasó en Nicaragua después del 18 de abril.

La desinformación es un concepto muy cercano a la propaganda y tiene en consecuencia un hermano que se llama manipulación y juntos son capaces de crear situaciones que han llevado a derramamientos de sangre de niveles oceánicos en otros países o a suicidios aislados o masivos en gentes que no tuvieron la suficiente capacidad para entender que el arma con la que se mató nunca existió, fue siempre falsa, porque su origen fue la mentira y lamentablemente provino de alguien que cometió un crimen y que nefastamente aún sigue sin castigo.

La desinformación, como la conocemos aquí, tiene la intención de desacreditar al gobierno, de tumbar los pasos firmes y correctos que ha dado saltando sobre el pánico para aminorar con responsabilidad el impacto de la pandemia. Lo grave sin embargo de estas miserias humanas es que no mienten sobre la propaganda de una marca comercial o se lanzan contra alguien que les pueda caer mal por razones políticas sino que mienten sin una sola razón, solo porque sí, porque les da la gana, porque les roncó hacerlo, porque se revuelcan resentidamente cuando escuchan que hasta hoy solo tenemos dos casos del COVID-19 reportados y que por añadidura fueron contraídos en Panamá y Colombia y eso les molesta porque su estado ideal, de satisfacción plena es que Nicaragua esté encabezando la peste estadísticamente hablando no en nuestra región, sino en todo el continente americano.

El nicaragüense tiene conciencia plena de lo que está pasando en el mundo y de lo que está pasando en el país y eso implica la certeza de lo que pasa fuera de nuestras fronteras y de los resultados que con lo decidido aquí hemos logrado.

Esta criminal desinformación, que quiere empujar a que aquí se tomen decisiones que en otros países hoy descubren que fueron erróneas, revelan no una preocupación legítima para enfrentar al Coronavirus, sino a terminar de hundir lo que no pudieron en el fallido golpe de estado de abril de 2018. En ese sentido las miserias humanas, que como el descerebrado de Félix Maradiaga hasta anunció que estaría siendo entrevistado por CNN sobre el tema del COVID-19, como si fuese epidemiólogo o virólogo, son más letales en sus oscuros propósitos que la misma peste y son tan brutos que se creen inmunes y creen que la enfermedad no los va a alcanzar.

Que quieren estos desinformadores que aquí hagamos las del chatelito de Nayib Bukele, un milenium irresponsable que restringió sus fronteras solo porque Donald Trump así lo hizo y se le ocurrió decretar una cuarentena con todos los gastos pagados, con dineros que no son de él, porque así también lo hizo Donald Trump que ahora dio pie atrás y dijo que Estados Unidos, el que ya es una amenaza contaminante para el planeta, no puede permanecer cerrado por lo que está a vista su inminente retorno a la normalidad.

La desinformación que tiene su plataforma de lanzamiento en lo que queda del partido de papel, La Prensa, de los canales 10 y 12, que francamente son depósitos de heces fecales, de Radio Corporación, que únicamente habla el lenguaje del odio y en los clandestinos y falsos perfiles de las redes sociales, solo dicen y publican cualquier cosa que sea contraria a la realidad, acto que es un desprecio absoluto a la inteligencia de la gente que ve los esfuerzos que se hacen con pocos recursos pero con mucho éxito y que contrastan enormemente con las poderosas economías que a pesar de ser tan boyantes y tan sobradas no saben qué hacer para mantener a raya esta peste.

Estas miserias humanas que se sobran en vulgaridades irrepetibles y que son francamente ofensivas deberían saber que lo que hacen genera consecuencias serias que por apuntar a la psiquis de las personas pueden matar como lo hicieron antes con balazos a partir del 18 de abril de 2018 que pretendió un golpe de estado, fallido al fin, pero que descubrió ese odio que estaba encapsulado y que aún persiste en ignorar que el nicaragüense quiero otra cosa.
Por supuesto que los seres humanos, que somos carne y hueso, que tenemos nuestro corazoncito, nuestros sentimientos y una visión de vida y comportamiento bien definido, nos asustamos, nos afligimos y por mucha conciencia que tengamos del daño que maldad es capaz de hacer, a veces la noticia falsa también nos sorprende, pero gracias a Dios la lucha misma contra la pandemia nos ha proveído de instrumentos de verificación que nos indican por donde andan las cosas y ante la desinformación los nicaragüenses debemos estar atentos a la información oficial sobre todos los eventos que se desprendan alrededor del COVID-19 para no caer en la trampa necia y grosera de los desadaptados.

Por qué a estas alturas las miserias humanas no lograron sus maquiavélicos planes, simplemente porque frente a la desinformación la información y aquí desayuno, almuerzo y cena las autoridades del MINSA no solo hacen reportes oficiales desde los medios del poder ciudadano, sino que van a otros medios y la Vicepresidenta Rosario Murillo está todos los días lista a romper cualquier programación e informar oficialmente sobre lo que realmente pasa.

Aquí nadie, absolutamente nadie, que tenga al menos dos dedos de frente puede decir que no hay información o que se está ocultando información porque los primeros en reaccionar frente a tan descarado absurdo no son ni las autoridades del MINSA o el gobierno propiamente dicho, sino la misma Organización Panamericana de la Salud que ha refrendado lo que efectivamente tenemos, dos únicos casos de contagios, un robusto sistema de salud y una red comunitaria que es un modelo no solo exitoso sino único en la región.

Es tal el daño que causa la desinformación que se comienza a pensar, sobre todo en Europa, en legislar sobre esta peste. Los que viven de la desinformación y reciben importantes presupuestos para lo que hacen no escucharan agradable que se comience a legislar sobre la noticia falsa, porque no es necesario ser sabio para estar claro que lo primero que gritaran es “violación a la libertad de expresión”.

Óigase alto y claro nada tiene que ver la libertad de expresión con la desinformación. Aquí en éste país, donde se goza de un gigantesco libertinaje todo el mundo dice cualquier cosa, cualquier bascosidad contra cualquier persona, pero eso no tiene que ver con la libertad de expresión, aunque sí mucho con la calumnia, la injuria y la difamación y todo eso está penado.

Libertad de expresión es decir todo lo que queramos, pero siempre y cuando tengamos certeza de tener soporte de lo que afirmamos y como en muchos casos eso no sucede, incluso pasa entre la misma gremialidad periodística, muchos países están considerando legislar sobre el tema de la desinformación.

Hay que legislar sobre la desinformación porque esta nos puede matar, nos puede enfermar y puede convertir en asesinos a los que por tener una mente dúctil caigan en esas redes tenebrosas. Es el mal de los nuevos tiempos porque quienes lo hacen con más recurrencia son “periodistas” que no entiendo, menos que comprenda, cómo puedan ser capaces de ambientar escenarios letales cuando éste apostolado siempre ha ido en el sentido contrario de la muerte.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

Por: Moisés Absalón Pastora.

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