Opinión
abril 16, 2020

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Detalles del Momento: Debate o Emboscada

El pasado jueves fui invitado al programa FRANCE-24 de la Televisión Francesa en su versión latinoamericana para participar en un debate cuyo tema me plantearon abordaría el segundo aniversario de los hechos que en Nicaragua derivaron del pasado 18 de abril de 2018.

Aunque me hicieron la invitación con tres días de antelación, fue apenas dos horas antes del programa que me dijeron, que, además de su conductor colombiano, Santiago López, estaría otro de su misma nacionalidad, al que presentaron como internacionalista y que mi contra parte sería José Pallais, de la Alianza Cínica al que etiquetaron como “opositor” y a mí como “oficialista”.

Sin embargo, el cambio del tema una vez que estábamos en vivo me llama la atención porque ya no fue lo que sucedió a partir del 18 de abril de 2018, sino dónde estaba Daniel Ortega ante la crisis del COVID-19.

Partiendo de ese cambio amañado, que es propio del interés político y no del periodístico, concluí que no participé en un debate sino en una pretendida emboscada donde tres individuos, descontextualizados de lo que realmente pasa en el mundo, con respecto a la pandemia del Coronavirus que se proyectaron hiperbólicamente incrédulos por el gran milagro que vive Nicaragua que a pesar de su pequeña economía es la otra cara de naciones poderosas que hoy no saben qué hacer para amortiguar el inmenso peso de la pandemia.

No voy a referirme al resultado del mal llamado debate que en realidad fue una emboscada porque el programa fue visto por miles y miles de personas y ya saben qué le dije a José Pallais y a los colombianos, pero sí quiero explayarme sobre el tema del milagro que vivimos en Nicaragua, que no se libró de la llegada de la pandemia, pero sí supo cómo recibirla y cómo enfrentarla de manera que hoy somos uno de los países del mundo con menor estadística activa y letal con respecto a los efectos devastadores de una pandemia que atribula a poderíos como Estados Unidos, Italia, España, Francia y otros que ya fueron superados por el virus.

Estos tres que pretendieron un linchamiento público contra mi persona y que previamente cuadraron sus discursos, se mostraron más preocupados por la ausencia de Daniel Ortega que por indagar qué estaba haciendo Nicaragua y a la cabeza su gobierno para tener hasta hoy, de nueve casos tratados, solo tres activos y eso obedece a una politiquería infame orquestada internacional y mediáticamente por intereses imperiales que quieren repetir su tragedia en naciones empobrecidas como la nuestra que gústele o no a la Casa Blanca y sus lacayos nacionales, nuestro bello, grande y hermoso país tiene un modelo de salud pública que hoy es un ejemplo a seguir en el mundo.

Lo que estamos viviendo en Nicaragua y lo digo en mayúscula, negrita, cursiva y subrayada, es que nuestro país es la referencia de un gran milagro porque obra en sus resultados y muy visiblemente la voluntad de Dios porque Él dio a las autoridades que deciden en nuestro país la sabiduría para hacer lo que otros no y que hoy desesperadamente se ven rebasados por una pandemia que colapsó los sistemas de salud que emergieron de un capitalismo divorciado con la solidaridad humana.

Tener a Dios en una coyuntura como la que vive el planeta, del cual somos parte, es por supuesto nuestra más grande esperanza de salvación y Nicaragua amorosa de Dios y profundamente cristiana, sabe que no basta rezar y por eso el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional desde el 2007 se impuso un modelo de salud familiar y comunitaria que hace mucho énfasis en la promoción de la salud y en la prevención de enfermedades y así se dispuso a enfrentar los grandes problemas que tenía nuestro pueblo con la mortalidad de los niños, la mortalidad materna de las embarazadas y bajo esa visión combatió la pandemia del H1N1 que gracias al Creador nos pasó por encima.

La fuerza de nuestro modelo de salud se organiza como red de referencia y se distingue desde sus puestos de salud familiar y comunitaria, centros de Salud familiar, Hospitales Primarios, Policlínicas, Hospitales Departamentales, Hospitales Regionales, con sus Centros de Diagnóstico de Alta Tecnología, Hospitales con Servicios de Referencia Nacional y Servicios Nacionales de Tercer Nivel de Atención que dejan con la boca abierta a quienes nos monitorizan desde la OMS o la OPS.
Hoy estamos enfrentando con toda la infraestructura hospitalaria y sanitaria que tenemos un Coronavirus que desde que se pintó como una amenaza en China ya aquí se constituía una comisión interinstitucional que articulada por un personal capacitado en pandemias, diera desde comienzos de enero de este año, los primeros pasos para reforzar médicamente las fronteras, los aeropuertos y los puertos para el monitoreo térmico de quienes ingresaran a Nicaragua y a la vez para iniciar una campaña de concientización masiva barrio por barrio y casa por casa para instruir sobre cómo reaccionar frente a la amenaza.

El gobierno de Nicaragua dispuso una alerta nacional para que su personal médico desde sus respectivos centros o fuera de ellos priorizaran toda atención para quienes pudieran ser consideradas con los síntomas y tratarlas en los respectivos territorios, pero desde salas específicamente preparadas para la Pandemia en sí. El gobierno de Nicaragua antes que sus vecinos y otros más distantes de la región fueran afectados advertía en los medios de comunicación sobre la seriedad del problema que enfrentábamos.

El gobierno de Nicaragua fue el primero, sin haber sufrido el impacto del Coronavirus, tal como pegó en el resto de los países centroamericanos, en solicitar el ingreso al país de las brigadas médicas cubanas que vinieron a asesorarnos tras alcanzar éxitos impresionantes en el aporte que su ciencia hizo en China que ahora celebra haber vencido al COVID-19.

El gobierno de Nicaragua fue el primero en convocar para escuchar las recomendaciones que pertinentemente nos pudiera hacer la Organización Panamericana de la Salud que tras un recorrido por varios de nuestros centros hospitalarios y asistenciales reconoció que nuestras autoridades sanitarias habían tomado todas las previsiones que correspondían y que nuestro modelo de salud era robusto y patentó la seriedad del manejo estadístico de los afectados importados y en su momento tuvieron que rectificar sobre cifras que en su página oficial había publicado la misma OPS y eso dice mucho porque representa que los organismos internacionales, por estarnos monitoreando, saben que los que aquí están al frente son profesionales, serios y responsables.

El gobierno de Nicaragua amortiguó de esta pandemia porque desde el 2007 impuso desde una visión política preventiva campañas sostenidas de vacunación que datan de hace 40 años que fortalecieron el sistema inmunológico de sus ciudadanos llevando a cada barrio y casa del país a sus brigadas sanitarias y por supuesto sin costo alguno porque constitucionalmente desde su más grande centro de atención hasta en el más pequeño la salud es gratuita.

El gobierno de Nicaragua tiene un esqueleto infraestructural hospitalario de referencia nacional y regional, centros primarios, distritales, unidades móviles, las clínicas que administra el INSS, que, por supuesto son importantes, pero también es determinante su política de salud comunitaria, un modelo que compromete a la población con su propia salud y que interactúa con un ejército de brigadistas que domina el mapa demográfico del país de tal manera que si el enfermo por sus propias condiciones no puede ir al hospital entonces el hospital con sus médicos y enfermeras, esos que son nuestros verdaderos héroes, van a sus casas, no para solo para diagnosticarlo sino para medicarlo con la atención debida.

Por todo esto, que son hechos no decires, es que el Coronavirus ha sido menos destructivo con Nicaragua, pero las campañas mediáticas internacionales como FRANCE-24 y oposicionistas fracasados como José Pallais, lo que les preocupa no son sus propios fracasos sino el dónde está Daniel Ortega al que han confundido con faranduleros como Nayib Bukele y Jair Bolsonaro que son los clones fascistas de Donald Trump en América Latina.

Daniel Ortega siempre ha estado en su despacho y para quienes tienen con él una relación fatal ayer les amargó la vida en una comparecencia nacional que fue contundente para aquellos que desde su politiquería preguntan dónde está. Daniel Ortega está comandando una guerra contra un enemigo invisible pero bien identificado como es el COVID-19, al que no se derrota desde las redes sociales donde se incuba el odiovirus, sino que a través de decisiones pragmáticas y realistas que obedecen a la defensa de la vida de la mayoría de los nicaragüenses y no a las brutalidades de la clásica politiquería de quienes son unos insaciables fracasados.

DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

El pasado jueves fui invitado al programa FRANCE-24 de la Televisión Francesa en su versión latinoamericana para participar en un debate cuyo tema me plantearon abordaría el segundo aniversario de los hechos que en Nicaragua derivaron del pasado 18 de abril de 2018.

Aunque me hicieron la invitación con tres días de antelación, fue apenas dos horas antes del programa que me dijeron, que, además de su conductor colombiano, Santiago López, estaría otro de su misma nacionalidad, al que presentaron como internacionalista y que mi contra parte sería José Pallais, de la Alianza Cínica al que etiquetaron como “opositor” y a mí como “oficialista”.

Sin embargo, el cambio del tema una vez que estábamos en vivo me llama la atención porque ya no fue lo que sucedió a partir del 18 de abril de 2018, sino dónde estaba Daniel Ortega ante la crisis del COVID-19.

Partiendo de ese cambio amañado, que es propio del interés político y no del periodístico, concluí que no participé en un debate sino en una pretendida emboscada donde tres individuos, descontextualizados de lo que realmente pasa en el mundo, con respecto a la pandemia del Coronavirus que se proyectaron hiperbólicamente incrédulos por el gran milagro que vive Nicaragua que a pesar de su pequeña economía es la otra cara de naciones poderosas que hoy no saben qué hacer para amortiguar el inmenso peso de la pandemia.

No voy a referirme al resultado del mal llamado debate que en realidad fue una emboscada porque el programa fue visto por miles y miles de personas y ya saben qué le dije a José Pallais y a los colombianos, pero sí quiero explayarme sobre el tema del milagro que vivimos en Nicaragua, que no se libró de la llegada de la pandemia, pero sí supo cómo recibirla y cómo enfrentarla de manera que hoy somos uno de los países del mundo con menor estadística activa y letal con respecto a los efectos devastadores de una pandemia que atribula a poderíos como Estados Unidos, Italia, España, Francia y otros que ya fueron superados por el virus.

Estos tres que pretendieron un linchamiento público contra mi persona y que previamente cuadraron sus discursos, se mostraron más preocupados por la ausencia de Daniel Ortega que por indagar qué estaba haciendo Nicaragua y a la cabeza su gobierno para tener hasta hoy, de nueve casos tratados, solo tres activos y eso obedece a una politiquería infame orquestada internacional y mediáticamente por intereses imperiales que quieren repetir su tragedia en naciones empobrecidas como la nuestra que gústele o no a la Casa Blanca y sus lacayos nacionales, nuestro bello, grande y hermoso país tiene un modelo de salud pública que hoy es un ejemplo a seguir en el mundo.

Lo que estamos viviendo en Nicaragua y lo digo en mayúscula, negrita, cursiva y subrayada, es que nuestro país es la referencia de un gran milagro porque obra en sus resultados y muy visiblemente la voluntad de Dios porque Él dio a las autoridades que deciden en nuestro país la sabiduría para hacer lo que otros no y que hoy desesperadamente se ven rebasados por una pandemia que colapsó los sistemas de salud que emergieron de un capitalismo divorciado con la solidaridad humana.

Tener a Dios en una coyuntura como la que vive el planeta, del cual somos parte, es por supuesto nuestra más grande esperanza de salvación y Nicaragua amorosa de Dios y profundamente cristiana, sabe que no basta rezar y por eso el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional desde el 2007 se impuso un modelo de salud familiar y comunitaria que hace mucho énfasis en la promoción de la salud y en la prevención de enfermedades y así se dispuso a enfrentar los grandes problemas que tenía nuestro pueblo con la mortalidad de los niños, la mortalidad materna de las embarazadas y bajo esa visión combatió la pandemia del H1N1 que gracias al Creador nos pasó por encima.

La fuerza de nuestro modelo de salud se organiza como red de referencia y se distingue desde sus puestos de salud familiar y comunitaria, centros de Salud familiar, Hospitales Primarios, Policlínicas, Hospitales Departamentales, Hospitales Regionales, con sus Centros de Diagnóstico de Alta Tecnología, Hospitales con Servicios de Referencia Nacional y Servicios Nacionales de Tercer Nivel de Atención que dejan con la boca abierta a quienes nos monitorizan desde la OMS o la OPS.
Hoy estamos enfrentando con toda la infraestructura hospitalaria y sanitaria que tenemos un Coronavirus que desde que se pintó como una amenaza en China ya aquí se constituía una comisión interinstitucional que articulada por un personal capacitado en pandemias, diera desde comienzos de enero de este año, los primeros pasos para reforzar médicamente las fronteras, los aeropuertos y los puertos para el monitoreo térmico de quienes ingresaran a Nicaragua y a la vez para iniciar una campaña de concientización masiva barrio por barrio y casa por casa para instruir sobre cómo reaccionar frente a la amenaza.

El gobierno de Nicaragua dispuso una alerta nacional para que su personal médico desde sus respectivos centros o fuera de ellos priorizaran toda atención para quienes pudieran ser consideradas con los síntomas y tratarlas en los respectivos territorios, pero desde salas específicamente preparadas para la Pandemia en sí. El gobierno de Nicaragua antes que sus vecinos y otros más distantes de la región fueran afectados advertía en los medios de comunicación sobre la seriedad del problema que enfrentábamos.

El gobierno de Nicaragua fue el primero, sin haber sufrido el impacto del Coronavirus, tal como pegó en el resto de los países centroamericanos, en solicitar el ingreso al país de las brigadas médicas cubanas que vinieron a asesorarnos tras alcanzar éxitos impresionantes en el aporte que su ciencia hizo en China que ahora celebra haber vencido al COVID-19.

El gobierno de Nicaragua fue el primero en convocar para escuchar las recomendaciones que pertinentemente nos pudiera hacer la Organización Panamericana de la Salud que tras un recorrido por varios de nuestros centros hospitalarios y asistenciales reconoció que nuestras autoridades sanitarias habían tomado todas las previsiones que correspondían y que nuestro modelo de salud era robusto y patentó la seriedad del manejo estadístico de los afectados importados y en su momento tuvieron que rectificar sobre cifras que en su página oficial había publicado la misma OPS y eso dice mucho porque representa que los organismos internacionales, por estarnos monitoreando, saben que los que aquí están al frente son profesionales, serios y responsables.

El gobierno de Nicaragua amortiguó de esta pandemia porque desde el 2007 impuso desde una visión política preventiva campañas sostenidas de vacunación que datan de hace 40 años que fortalecieron el sistema inmunológico de sus ciudadanos llevando a cada barrio y casa del país a sus brigadas sanitarias y por supuesto sin costo alguno porque constitucionalmente desde su más grande centro de atención hasta en el más pequeño la salud es gratuita.

El gobierno de Nicaragua tiene un esqueleto infraestructural hospitalario de referencia nacional y regional, centros primarios, distritales, unidades móviles, las clínicas que administra el INSS, que, por supuesto son importantes, pero también es determinante su política de salud comunitaria, un modelo que compromete a la población con su propia salud y que interactúa con un ejército de brigadistas que domina el mapa demográfico del país de tal manera que si el enfermo por sus propias condiciones no puede ir al hospital entonces el hospital con sus médicos y enfermeras, esos que son nuestros verdaderos héroes, van a sus casas, no para solo para diagnosticarlo sino para medicarlo con la atención debida.

Por todo esto, que son hechos no decires, es que el Coronavirus ha sido menos destructivo con Nicaragua, pero las campañas mediáticas internacionales como FRANCE-24 y oposicionistas fracasados como José Pallais, lo que les preocupa no son sus propios fracasos sino el dónde está Daniel Ortega al que han confundido con faranduleros como Nayib Bukele y Jair Bolsonaro que son los clones fascistas de Donald Trump en América Latina.

Daniel Ortega siempre ha estado en su despacho y para quienes tienen con él una relación fatal ayer les amargó la vida en una comparecencia nacional que fue contundente para aquellos que desde su politiquería preguntan dónde está. Daniel Ortega está comandando una guerra contra un enemigo invisible pero bien identificado como es el COVID-19, al que no se derrota desde las redes sociales donde se incuba el odiovirus, sino que a través de decisiones pragmáticas y realistas que obedecen a la defensa de la vida de la mayoría de los nicaragüenses y no a las brutalidades de la clásica politiquería de quienes son unos insaciables fracasados.

DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

Por Moisés Absalón Pastora.

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