El mensaje del Presidente José Daniel Ortega Saavedra, en el contexto del Día Internacional de los Trabajadores, fue pragmático, lógico y sereno para ubicar en la circunstancia pandémica del mundo lo que Nicaragua exitosamente hace para protegerse y lo que no va hacer para sucumbir, ni al pánico que postró a otras naciones y menos para satisfacer los malévolos y perversos deseos de aquellos que quieren ver al país convertido en una locura.
De la extensa alocución presidencial hay planteamientos en varias direcciones que explican con mucho razonamiento lo que las enormes desigualdades han sacado a flote en un mundo estupefacto que hoy se sabe estafado por esas grandes economías que propuestas por el capitalismo salvaje agravaron la propagación de la peste porque la salud nunca ha sido una prioridad para esas poderosas naciones que por omisión intencional convirtieron al COVID-19 en un arma de aniquilación masiva.
El Presidente Ortega resaltó como una escena abominable la irresponsabilidad de aquellas naciones poderosas que se ocupan más de modernizar y actualizar sus cada vez más letales arsenales que por otorgar suficientes recursos para el desarrollo de la ciencia médica. Hoy por hoy es tan cierto lo expresado por el presidente que ese tremendo contra sentido tiene de rodillas y devastadas a las economías del primer mundo que por no contar con modelos de salud humanitarios y preventivos hoy han sido sobrepasados contra un enemigo invisible del que nadie está a salvo y que particularmente golpea al imperio norteamericano que ni así asume el respeto que merecen naciones pequeñas y empobrecidas que están, dando con mucho más éxito, la batalla contra la pandemia.
Sobre este tema el Presidente Ortega fue directo y llamó a los Estados Unidos a asumir un liderazgo en las Naciones Unidas y decir que es el momento de suspender sanciones. Este el momento de unir esfuerzos para enfrentar esta epidemia que nos afecta a todos. A los países desarrollados y a los países en vías de desarrollo.
A los países más ricos, y a los países más pobres, lo que han hecho es tirar golpes por todos lados e infamias como esa de ofrecer recompensas para que asesinen al Presidente legítimo de Venezuela”.
El Presidente Ortega se hizo las preguntas del millón ¿Y dónde está Naciones Unidas? ¿Qué dicen las Naciones Unidas? ¿Dónde están los países que se dicen respetuosos de la democracia y defensores de los derechos humanos? ¿Dónde están los que más violación de los derechos humanos causan? ¿Quién ha dado el derecho al gobierno yanqui de andar ofreciendo recompensas para que asesinen a los gobernantes del mundo? Eso realmente, que yo recuerde, no se había visto. Un momento tan brutal como ese. Ellos han estado acostumbrados a cometer sus crímenes para ofrecer recompensas cuando se han dado situaciones como los actos de terrorismo, que nosotros condenamos allá en las torres. Ofrecieron recompensa por Bin Laden, que ellos mismo habían formado, formaron al terrorista que después les voló las torres”, enfatizó el presidente de Nicaragua que abrió desde la cita la vieja maña imperial de criar cuervos que después les terminaron sacando los ojos.
El Presidente Daniel Ortega en su mansaje marcó un enorme contraste entre las naciones poderosas que como Estados Unidos no cesan en su actitud agresora y lo que naciones agredidas como nuestra Nicaragua hacen para enfrentar la pandemia y mantenerla en los niveles mínimos que hasta hoy tenemos y para sus efectos presentó un pormenorizado realmente impresionante de lo que desde años atrás, partiendo de una verdadera revolución en nuestro sistema de salud, se viene haciendo y que hoy es nuestro gran colchón sobre el cual el impacto del COVID-19 está siendo amortiguado.
En primer lugar, hay que felicitar y hacer un enorme reconocimiento a todo el elemento humano que compone nuestro sistema de salud que es sinónimo de éxito porque su origen se fundamenta en una voluntad política que por tener como marca de salida la prevención y el respeto a las normas y protocolos de la Organización Mundial de la Salud, hoy nos permite tener activa y vivita a Nicaragua y en segundo lugar reconocer en los nicaragüenses no haber caído en el pánico a pesar de esa campaña criminal de las miserias humanas que van a seguir insistiendo en que el país se hunda.
Mientras luchamos responsablemente contra una pandemia que no nació aquí, que se propagó por la inmediatez y facilidad de traslado de un continente a otro y se encuentra la vacuna, como igual aparecieron otras creadas para erradicar otras pestes, aquí en Nicaragua no nos vamos a enclaustrar porque eso es igual a multiplicar aceleradamente la propagación y lo que tenemos que hacer es imponernos disciplinadamente como propias las normas de aseo personal en nuestro trabajo y casa, y el distanciamiento social en la medida de lo posible, porque hacer lo contrario es andar el camino directo al asesinato del país porque nosotros, como efectivamente lo señaló el presidente Ortega, no tenemos la economía de los poderosos que por haber saqueado nuestros tesoros a lo largo de nuestra historia, se dan el lujo, estéril, improductivo e ineficaz por cierto, de mandar a sus casas a sus empleados hasta con tres meses de pago y con luz verde para que no asuman la cancelación de facturas por agua, luz, telefonía y préstamos bancarios que ya están a punto de terminárseles, pero que no cubre a la mayoría de la gente que no puede darse ese lujo porque vive del diario.
Los que tienen riales como los Pellas, los Ortiz, los Zamora, los Lacayos de Ocalsa, pues hay Lacayos de lacayos, los Chamorro, aunque exista en ellos más palmados que de sangre azul, pueden jugar de “sacrificados” demandando a otros los que a ellos no les afecta, pero aquí hay más de mil razones para no irnos a una cuarentena o menos que para imponerla se decrete, como sí pasa en las dictaduras, un toque de queda donde o te encarcelas o te matan.
Yo cuando escucho a estos ricachones preocupados porque su visión politiquera los hace mentir y decir que aquí no se hace nada y comparo su discurso con la robustez de nuestro sistema de salud, reconocida por la Organización Panamericana de la Salud y lo que está haciendo en la práctica con altos resultados el gobierno de Nicaragua, respaldado por el pueblo que lo eligió, lo primero que pregunto es por qué en sus empresas no mandan a sus empleados a sus casas por tres meses con todos los gastos pagos; Por qué cuando ellos recetan que nos vayamos a cuarenta días de encierro ellos andan disfrutando palaciegamente de la vida en sus yates haciendo bacanales el proa y popa con sus amiguitos.
Yo no tengo nada contra los ricos, a quien no le gustaría serlo, pero los menos agradecidos con Dios son los ricos, siempre los que tienen más no solo son los que dan menos, sino que, por añadidura, creídos de que su poder económico también les da poder político, quieren exigirle al gobierno que les dé más a través de las exoneraciones cuando por el contrario Carlos Pellas, que tanto alcohólico produce, debería donar su veneno para que mate bacterias y su Hospital Vivian Pellas para que habilite un sector del edificio para ponerlo a la orden del MINSA y sirva como sala de atención a los contagiados; Ramiro Gurdián y los Zamora, del BANPRO Y DELAFISE deberían tener misericordia con sus cuentahabientes y bajar los intereses de esas onerosas tarjetas de crédito; Los Cohen deberían en esas Westerunion bajarse las comisiones por cada transacción que hacen y que si reciben dólares para envíos que también paguen dólares para entrega o todos podrían juntarse para retribuir de lo mucho que tienen a tanta gente que ha sido explotada y mal tratada por gentes que se creen millonarios por los tesoros que ostentan, pero en el fondo miserable e indigentemente pobres porque no tienen ni alma ni piedad.
El Presidente Ortega respondiendo en términos generales a quienes plantean que el encierro es la solución preguntó sobre en quien recaería garantizar que el que vive del diario no se va a morir de hambre; sobre quien atendería a los hospitalizados si los médicos o enfermeras se quedan en casa; sobre quien levantaría la basura si los trabajadores de las alcaldías se quedan encerrados; que pasaría con todos los servicios que presta el estado; quien conduciría las ambulancias para llevar al médico al infartado o al accidentado, al que se le subió la presión, al que se quedó sin gasolina y no pudo trasladarse para hacerse la diálisis; quien produciría la tierra que nos garantiza el gallo pinto; quien estaría a salvo con la policía y el ejército replegados en sus estaciones y covachas si tenemos una referencia como los actos terroristas de hace dos años; cómo harían los empresarios para responder por la seguridad laboral de sus contratados no teniendo con qué pagarles y más integralmente qué sería de Nicaragua, si empobrecida y saqueada por el imperio y agredida por los más nefastos de sus hijos, se viera desolada y abandonada por el planteamiento cobarde de quienes no tienen nada que perder.
Nicaragua no va a perecer y menos con un Presidente como José Daniel Ortega Saavedra, que lógicamente no es santo devocional para algunos, pero es el administrador que el país mereció tener en los últimos tiempos porque si eso no fuera así, tengamos la seguridad que a estas alturas ya estaríamos muy, pero muy debajo de Haití o simplemente metidos de cabeza en una guerra de exterminio porque eso es lo que desde hace dos años ha querido imponer el odio cuyo ropaje ya sabemos quiénes lo visten.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA
Por: Moisés Absalón Pastora.
04 de Abril 2020