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mayo 21, 2020

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Detalles del Momento: Terrorismo mediático

Hace 50 o 40 años atrás el periodismo en el mundo se hacía con herramientas arqueológicamente rudimentarias, muy distintas al sofisticado mundo tecnológico de hoy que genera una inmediatez noticiosa en tiempo virtual. En aquellos tiempos la radio, que en el caso particular de Nicaragua no llegaba a todo el país, era el receptor más popular para darnos cuenta de nuestra vida como nación y de todos los fenómenos socio políticos que de la acción ciudadana se generaba.

En lo personal, por el lado de mi familia paterna, crecí entre periodistas y vi llegar a muchos periodistas a mi casa y en consecuencia muchos periodistas de aquella guardia me conocieron de pequeño y eso obviamente tuvo una gran influencia en mí, sobre todo aquella parte en la que el periodista de ese tiempo era una especie de estrella, famoso y respetado por todos porque sin ser gentes, cuya gran mayoría nunca pasó por una universidad, eran eruditos del pensamiento, la pluma y la voz y hacían sentir su paso en todas partes.

Conocí, trabajé y me relacioné, por los avatares de la vida, siendo yo de una generación muy posterior a la de ellos, con periodistas de la vieja guardia de la que ahora sobre viven tan pocos que los dedos de una de mis manos no los cuenta. El primero de ellos mi padre, Joaquín Absalón Pastora, Orión Elpididio Pastora, mi padre de crianza, Fabio Gadea Mantilla, Manuel Jirón, Julio Cesar Armas, Ignacio Briones Tórrez, Raúl Arana Selva, Mario Benito Darce, Francisco Carranza Chamorro, Carlos Flores Cuadra, Carlos Ramírez, Sidar Cisneros Leyva, Antonio Penzke Torrez, Sofía Montiel, Alejandro Acevedo, Cesar Vivas, Alejandro Romero Gómez, Santiago Meneses Vallecillo, Roy Flores y muchos otros más que ya no están aquí, pero de quienes aprendí muchísimo aunque no con todos haya coincidido ideológica o políticamente porque también, a lo mejor por razones generacionales donde la sabiduría y la rebeldía chocan, tenía diferencias de enfoque con ellos, pero nunca para manosear el sitial donde estaban colocados como “vacas sagradas” porque irradiaban respeto, porque cuando construían una noticia la redactaban y comentaban sobre roca sólida y lo que decían era la verdad pura.

Esos periodistas cuando se anunciaban con sus nombres y la del medio que representaban se les abrían las puertas de las oficinas de muchos ministros a los que criticaban, no por obligatoriedad, sino porque eran grandes señores, que podían ser opositores, pero que no manoseaban la verdad, no falseaban la noticia, no manipulaban la realidad, no eran agitadores, ni vendedores de tragedias, ni terroristas del caos, ni enemigos de su nación, ni lame botas de ningún país que agredieran la patria, sino que eran profesionales que podían poner a su nota lo ideológico pero sin suplantar la verdad y eran profesionales que sumaban prestigio y hacían grande al medio para el cual trabajaban y por ese prestigio y por esa gran responsabilidad que la sociedad les reconocía ganaban muy bien y era trotamundos del planeta porque viajaban de gratis por todos los continentes para constatar lo que su formación de autodidactas les enseñaba y por la cual, escribían y hablaban con dominio total de todo hasta el extremo de llegar a embelesar y cautivar a los radio escuchas que se deleitaban con aquellos personajes y nombres que “hacían noticias” y que hoy lamentablemente son solo historias de ayer. Cómo hemos retrocedido periodística y mediáticamente con los años.

Si hacemos un balance pormenorizado entre el ayer y el hoy, a pesar del avance tecnológico; de las universidades hasta de garaje que paren “periodistas” como si fuesen zorras; De la casi extinta radio que ha sido aplastada por la proliferación de la televisión y las redes sociales, concluiríamos que nuestro mundo, la Nicaragua de hoy es producto de lo que actualmente tenemos como materia prima.

Pienso que el periodismo y los medios desde donde se ejerce deben reconciliarse con la verdad y la primera gran verdad es que es un crimen seguir patrocinando desde una visión editorial ensangrentada el descarrilamiento del país por contenidos eminentemente políticos que no tienen ninguna relación con lo plantean algunos agitadores de la fatalidad con el pretexto de invocar una dictadura que no existe, un estado de pánico que no se ve, un pueblo indignado que ahora se sabe estafado y un retroceso que contrasta con toda la infraestructura que se ve por todo el país, solo para citar algunos elementos que son gigantescamente visibles pero que están ocultos para el odio.

Yo tengo una fe inquebrantable que la crisis que mercenariamente alimentan algunos periodistas y medios de comunicación finalmente va a terminar con una historia feliz porque se está imponiendo la razón por encima de la insensatez y aquellos que no lo vean así, póngale sello, como dijo aquel que gritaba que no importaba que murieran 3 millones de nicaragüenses si eso valía para que se fuera Daniel Ortega, van a terminar, si es que ya no lo están, molidos por el desprecio de una amplia mayoría de este pueblo.

Uno ya no sabe hasta donde estos periodistas y medios que atentan contra la vida de los nicaragüenses van a ser capaces de llegar, pero es impresionante el desprecio mediático contra el sentido común y la sensatez de la mayoría de este pueblo y sobre todo del La Prensa S.A como partido de papel que es y que junto a otros de su misma calaña francamente se dan a odiar por lo descaradamente anti nicaragüenses que han llegado a ser sus plumarios junto a otros que en la televisión y algunas radios se lanzaron a muerte contra el país, un país donde dicen lo que quieren con la clara intención de asesinarlo.

No quiero establecer ningún orden cronológico en específico, pero quiero poner sobre la mesa algunos absurdos sobre los cuales los que amamos a este país debemos meditar. Por ejemplo, ellos han querido vender que los tranques siempre fueron una expresión cívica de sus protestas y cuando el pueblo se hartó de las barbaries que desde ellos se originaron como los secuestros, asesinatos, violaciones, peajes y puntos de torturas, llegaron a decir que al ser levantados se les estaba violentando su derecho a la manifestación pacífica.

En la misma sintonía los voceros del golpismo se juntaron en su oportunidad en los elegantes salones de un hotel para exigir libertad de expresión; ¿Libertad de expresión y de Prensa? Si no los conociéramos pensaríamos que no la tienen, pero todos los días al ejercerla lo que hacen es un terrorismo simplemente asesino.

Aquí en sus estaciones de televisión, en sus periódicos, radios, revistas, en sus bloq, Facebook, Twirer, YouTube o cualquier otro medio han dicho barbaridades irrepetibles contra la autoridad presidencial y contra cualquiera que se le ponga en el camino.

Aquí descaradamente hasta el obispo Juan Abelardo Mata se atrevió a amenazar de muerte, nada más y nada menos que al Presidente Daniel Ortega, y lo hizo públicamente, porque me imagino cree que el hábito religioso lo inmuniza contra toda ley que persiga ese delito.

El cinismo que promueven los periodistas y medios del odio ha tenido origen también en los llamados empresarios que dicen representar al gran capital, que ponen cara de preocupados por la situación que vive el país y que endosan al Presidente de la República cuando fueron los del COSEP los que destruyeron la economía que teníamos y son los culpables de la instrumentalización laboral de sus empleados para sus fines políticos hicieron y son los culpables de las miles y miles de plazas de trabajo perdidas y son los culpables de los cienes de millones de dólares que en su momento fueron retirados en concepto de depósitos bancarios y lo son los culpables de la pérdida en el sector estatal de más de 1000 millones de dólares tras el fallido golpe de estado y del tremendo daño al turismo, de la profundización de la crisis del INSS y de la recesión que tenemos encima.

Es increíble el cinismo de toda esta gente y lo más cínico de todo es que dicen que actúan en beneficio de la patria. Uno se queda impresionado del descaro de tan malos nicaragüenses que como carroñeros comen la carne descompuesta de los cadáveres que por ellos contamos y que solo portan en fotos porque si de compartir con las madres o las viudas o los huérfanos, algo del millonario presupuesto que les asigna la embajada americana para destruir nuestro país, ahí no valen, no son útiles, pues desde ese punto de vista lo muertos, muertos están.

Lo más cómico de todo esto es que se sienten “perseguidos” cuando después de haber tirado tanto tóxico se declaran “amenazados” porque la sociedad reacciona indignada contra ellos y entonces del miserable papel de victimarios asumen el de víctimas para vender que los intolerantes somos aquellos que rechazamos el terror y que los agredidos son ellos, los que todos los días se manchan las manos con la sangre de tanta gente inocente que sufre y llorar por la tragedia de una pacotilla de descerebrados que jocha y jocha para provocar el muerto que buscan.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

Por: Moisés Absalón Pastora.
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