En 1927 el imperialismo norteamericano por medio de su representante Henry Stimpson, representante personal del presidente estadounidense Calvin Coolidge, reunió a los delegados del gobierno conservador de Adolfo Díaz y a José María Moncada, es decir a los jefes de los grupos de la oligarquía y la burguesía, y bajo la sombra de un árbol de espino negro, Moncada, cuyo ejército ya estaba a punto de ganar la guerra, aceptó entregar las armas a cambio de prebendas, dejando siempre en el poder a Diaz.
Además se le darían diez dólares a cada miembro de los ejércitos enfrentados que entregaran sus armas y se consolidaría la Guardia Nacional, bajo dirección de los marines.
Ese día se demostró que el patriotismo tiene contenido de clase, ya que el general Augusto Nicolás Calderón Sandino, asumió la conducta del pueblo que no acepta intromisión extranjera, ni ser tutelado por extranjeros.
La burguesía demostró en 1927 que es incapaz de hacer efectiva la soberanía nacional, la autodeterminación nacional y esa conducta la siguen desde siempre sus descendientes.
El imperialismo tras el derrocamiento de la dictadura militar somocista por un pueblo en armas vanguardizado por el FSLN, llevó a cabo la guerra de agresión por medio de contrarrevolucionarios y propició el bloqueo para asfixiar económicamente a Nicaragua.
La burguesía aplaudió a EEUU, a la par que miembros de la misma se ofrecían para ser “el hombre de Washington”.
Tras la victoria del pueblo con el FSLN en 2007, el imperialismo volvió a la carga contra Nicaragua, contando con su histórica quinta columna: la burguesía.
Con el ascenso a la presidencia de EEUU de los sectores más derechistas y guerreristas, representados por Donald Trump, las burguesías de Venezuela y Nicaragua se vieron alentadas para el derrocamiento de Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Daniel Ortega, al igual que la antigua burguesía cubana, para derrocar a la Revolución Cubana.
Prosiguió el bloqueo contra Cuba y empezaron a dictar sanciones contra Venezuela y Nicaragua.
Hoy día el imperialismo agredió a dos altos funcionarios del Estado de Nicaragua, lo que tiene el propósito de dar ánimo a una oposición golpista disminuida, cuyos cabecillas pelean entre si por ver quien resulta más vendepatria.
Pero su mira apunta a intimidar al pueblo nicaragüense y que nuestro gobierno capitule ante Washington.
Washington no aterriza en el siglo XXI, los pueblos defienden sus soberanías, hay otras potencias en el mundo, que se rigen por valores diferentes a los suyos, el mundo no es unipolar.
Desde Sandino en 1927, el patriotismo tiene contenido de clase y el único depositario de ese patriotismo es el pueblo con el FSLN.
Desde Sandino en 1927 llevamos en nuestras venas que la dignidad, la conciencia no se vende, mucho menos se venden las armas, ni la institución que las tiene para defender la soberanía.
Nuestro santo y seña nos lo dio Sandino: Ni nos vendemos, ni nos rendimos!
Camilo Brenes
22 Mayo 2020