Opinión
junio 8, 2020

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nueva oportunidad para cambiar
Detalles del Momento: Una Nueva Oportunidad para Cambiar

Tiempo atrás insistía en la imperiosa necesidad de que los nicaragüenses cambiásemos la visión que tenemos del mundo porque una parte de nuestra sociedad política, por muy pequeña que sea, continua creyendo que Nicaragua es el centro del mundo, que todas las miradas están sobre nosotros y en vez de hacer un esfuerzo sincero y muy nacional por convertirnos en la solución de nuestros problemas no dejan de existir aquellos que por sus escándalos e irracionalidades apuestan a que los extraterrestres van a venir a arreglar lo que a nosotros, y únicamente a nosotros, nos corresponde.

Si esto era más que real hace unos meses, hablemos de finales del año pasado, pues en éste 2020 la situación está más definida que ayer porque nadie está pensando en nosotros y en gran medida porque los desadaptados ya hartaron al mundo con sus insolencias y cómo justos paga por pecadores hasta aquellos que no estamos en la acera de los fracasados también agarramos terminación.

Ahora mismo todos los países del mundo, con esto de la pandemia, están buscando cómo enfrentar los retos que demanda un futuro muy incierto que se nos viene encima porque para efectos prácticos representa para el globo terráqueo volver a comenzar, algo así como salir de un bunker, después de muchos meses bajo tierra, a ver que quedó después de una explosión nuclear.

Si echamos un vistazo al mundo que hoy vemos desde nuestra propia ventana, atenidos por supuesto a lo que la inmediatez de la información que tenemos a mano nos brinda, lo que observamos es una epidemia que mete miedo; desesperación porque su cura es aún incierta; economías devastadas, millones de gentes desempleadas, con hambre y cargadas de deudas y por su fuera poco con la reedición evidente de una nueva guerra fría entre las grandes potencias que extremadamente armadas día a día van escalando los niveles de confrontación.

La humanidad, la que es gobernada, sabe que está parada en un polvorín. Hay muchas cosas que se han juntado y en cada país, en cada parcela del planeta, cada gobierno y cada pueblo, con los recursos de que dispone, trata de lidiar con sus conflictos y solo van saliendo adelante aquellos que encontraron en su propia unidad de nación, la respuesta a sus problemas.

El planeta y todo lo que encierra ha sido un proceso constante de cambio y trasformación. Desde su origen que fue una maravillosa creación de Dios, como si se tratara de una pintura trazada sobre el lienzo a lo largo de seis días, dejándonos el séptimo para el descanso, se oyó el hágase divino y surgió la tierra que pisamos, el aire que respiramos, se hizo la luz, la noche, el ciclo de los tiempos, los mares, los volcanes, los lagos, lagunas, ríos, animales hasta que finalmente nos hizo a su imagen y semejanza para que tuviéramos dominio responsable sobre los que nos dio.

El planeta tierra está lleno de una belleza impresionante y a cada país Dios le puso características especiales que son imanes de atracción, tierras privilegiadas, plataformas marítimas con riquezas inagotables, minas, fuentes acuíferas, recursos energéticos, bosques, especies animales, que el hombre destruye y que antes de preservar, cuidar y racionalizar ante la inmensa explosión demográfica acelera su acabose.

A nosotros los nicaragüenses Dios nos bendijo privilegiadamente. Tenemos recursos naturales que son la envidia de otros países en la región y en el hemisferio. Somos un país con recursos hídricos, lagos, lagunas y ríos, que en un futuro próximo un litro de nuestra agua costará más que un galón de gasolina. Tenemos volcanes, bosques, tierras fértiles que cultivar, océanos por el atlántico y el pacífico, oro y quién sabe si en el futuro petróleo y gas y con todo eso junto, si lo sabemos explotar con nuestras propias actitudes y aptitudes, podemos salir adelante, pero sí y solamente sí, nos dispongamos a cambiar, a ver la vida de una forma diferente.

¿Qué significa esto? Que simplemente no temamos al cambio porque la vida misma es todo un proceso de cambio y aunque nada aparentemente cambie, si yo cambio, todo cambia. Nada es estático, nada es para siempre y así el pasado que fue cambiado por el presente así el futuro cambiará lo que existe hoy con la capacidad de preservar y mantener inalterable el principio y el valor de nuestras ideas porque lo que buscamos aquellos que nos disponemos a la voluntad de ser parte del cambio, es una ruta, un mecanismo, un camino, una vía para lograrlo y hacerlo efectivo porque lo contrario es anclarte y encadenarte y ver que el tiempo te pasa, te tritura o te muele sin parte ni beneficio, ni para uno ni para los demás y eso es de lo mucho que le pasa en Nicaragua a los que por capricho e ignorancia no quieren darse cuenta que el país quiere cambiar, que las circunstancias nos demandan ese cambio, que de nada me sirve a mí cambiar si usted no lo hace, porque entonces la transformación será la de cuatro pasos adelante y tres para atrás porque el país llegó a una etapa en la que no puede crecer a cuanta gotas.

Yo he cambiado, hoy tengo una visión distinta, ahora hablo y digo las cosas diferentes, antes era ácido en mis enfoques y ahora prefiero predicar bondades de sectores a los que ayer enfrentaba a muerte, sí tienen razón, pero no en lo fundamental que es la raíz del principio y del valor.

Yo luché desde los 16 años para vivir en libertad y la tuve hasta antes del 18 de abril y no la quiero perder; lo hice para que no tuviéramos prisioneros políticos y no existen, cualquier otra cosa es una necia fantasía de quienes quieren dar una imagen antidemocrática del país; Luche para ir y estar donde quiero, aunque ahora me sienta secuestrado de alguna manera, pero por la pandemia; luche para hablar, expresar y manifestarme abiertamente y lo hago a pesar de los costos y del qué dirán de un odio enfermizo que es la más grande las anclas que nos sujetan; Luche para que nuestro clima fuera la paz y lo sigo haciendo contra la mentira porque esta distorsiona nuestra realidad porque hay quienes quieren que desde afuera nos vean en guerra; Luché para que desde un proceso de reconciliación, que debemos reencontrar, nos haga andar un camino común que termine con esas absurdas contradicciones donde la minoría quiere imponerse por sus pistolas a la mayoría; Luche para que las potencias no nos impongan que hacer en nuestros asuntos domésticos, cuando los dueños de Nicaragua son los nicaragüenses y no los norteamericanos; Luché para que tener una economía que nos permita ir de frente a la única guerra que todos debemos enfrentar que es la pobreza, no que los ricos quieren rebajarnos aún más a la condición de paupérrimos

Hoy sigo luchando y lo continuaré haciendo en la medida que Dios me de vida para motivar desde la trinchera de los medios de comunicación en los que tenga incidencia, presencia y acceso para que todos cambiemos, independientemente de los costos y que esto represente porque debo decir, a los que me mataron, junto a otro montón de gente con esto de la pandemia, que también hay muchísimas personas, más que las que me odian gratuitamente, que me felicitan y endosan mi lenguaje y planteamiento porque como yo se cansaron de caminar como el cangrejo, se hartaron de la descalificación, no de los unos contra los otros, sino entre los que viven viendo diablos de zacate donde no hay y que alimentados por sus propios miedos y fantasmas están aterrorizados por una transformación que no quieren para sus vidas y cómo saben que están muriendo en vida, porque no escuchan el clamor del cambio, entonces se quieren llevar junto a ellos a la tumba, al país entero, tan es el grado de resentimiento que los mata.

Me parece tonto resistir al cambio porque es una energía vital que la usamos para transformar y quien diga que éste país no está cambiando es de otro planeta y el pueblo en su sabiduría lo rechaza y lo castiga porque es masoquismo, es ahogarse en el pasado o nadar contra una inmensa corriente que terminará por arrastrarte al fondo de la poza.

Mucho de eso le pasa a los oposicionistas que han sido relegados al infinito lado oscuro de la incapacidad porque dejaron que la necedad se adueñara de ellos para justificar sus fracasos, fracasos que nacen de la imposibilidad de encontrar en el pueblo elector la vía para retomar el gobierno, porque el nicaragüense quiere propuestas, progreso y oportunidades que no se oyen en todo ese archipiélago de siglas donde palabras como unión, puentes, sumas o multiplicaciones fueron devoradas por el odio dispersante, por los muros aislantes, por las restas que merman y por las divisiones que te debilitan y extinguen.

Alegrémonos los que nos dispusimos al cambio y los que deseamos hacer de Nicaragua un país mejor y que esa disposición la sostengamos para seguir haciendo presión por las muchas cosas que aún no cambian.

Hay una agenda de presente por la cual insistir y si es Daniel Ortega, Rosario Murillo o el FSLN quien nos la satisfaga que bien que así sea, pero si ellos no lo lograsen seguiremos presionando para que mañana la haga efectiva cualquier otro, siempre y cuando se haga por el país porque a estas alturas, que retrocedimos lo bien que íbamos hasta abril de 2018 y que como albarda sobre aparejo nos cae esta pandemia, los nicaragüenses deberíamos ser una sola nación y es crimen imperdonable no hacerlo.

Esas voces que hipócritamente dicen amar Nicaragua y en el fondo quieren verla descarrilada por el único y miserable interés de endosar la responsabilidad al presidente Daniel Ortega, que tuvo la humildad de cambiar, de pedir perdón y de reconocer los errores que otros que ya conocemos nunca hicieron, ya no engañan a nadie y por eso el tiempo y razón les está pasando encima, ignorándolos y dejándolos que se ahoguen en sus propias mentiras en la medida que los días transcurren para favorecer a los que sí abrazamos el cambio y somos parte de la solución y nunca más de los problemas.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

Por: Moisés Absalón Pastora.