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junio 17, 2020

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Detalles del Momento: Hasta Pronto Comandante Cero

Ayer de madrugada cuando abrí mi Facebook lo primero que vi fue el post de mi prima, Marisol Pastora, dándole un hasta pronto a su héroe luchador y entendí entonces lo que había pasado, que el Comandante Edén Pastora Gómez, había partido y que poco me duró la alegría de la noche anterior cuando una voz muy optimista con acento galeno compartía la milagrosa recuperación del gran Titán y que seguramente se encontraba a un paso de vencer otra, vez, como muchas veces lo hizo, a la muerte.

La semana pasada el Comandante Edén Pastora había sido llevado al hospital, pero un día después volvió a su casa con el compromiso de guardar un reposo que no observó. Tía Yolanda Torres, a quien traslado mi condolencia, me dijo que efectivamente regresó, pero no para estar quieto sino para retomar sus actividades como que si nada y tomó el teléfono para dar órdenes a quienes le acompañaban en el dragado del San Juan de Nicaragua.
Me cuanto entre esas personas a las que llamó y con su característica voz me dijo que ya estaba en casa y que dijera, a las malas personas envenenadas por el odio, que había Edén para rato.
Después el Comandante fue reingresado y aún debilitado, cargando con 84 años encima, diabético, con mal de Parkinson, sobreviviente de cáncer prostático y de muchos atentados en su contra, se dispuso a pelear su última batalla hasta que finalmente triunfó porque Edén Pastora Gómez dio un paso efectivo a la inmortalidad y por ello quise retomar éste nuevo homenaje a su persona porque ayer me quedé corto, el impacto de la trágica noticia me limitó y apenas pude decir algunas cosas de éste gigante que antes de irse nos dijo lo recordáramos como un gran luchador social y que en su epitafio constara además que ahí quedaba un revolucionario y un sandinista.
Edén Pastora siempre fue en nuestra familia una leyenda, un misterio, una especie de alguien al que se respetaba y del que en las ruedas de los abuelos, padres y tíos siempre escuchaba cosas como dicen que lo vieron o anduvo por tal parte, que la guardia estuvo a punto de capturarlo o cosas que lo pintaban como un noble Robin Hood y más cuando de él se exaltaba que era un experto caza tiburones.
Para usar una descripción, por supuesto muy metafórica, Edén era una especie de Dios porque todos sabíamos que existía, por lo que se decía de él en voz muy baja, pero muy pocas veces lo vimos y cuando llegó a suceder fue siempre solo dentro de un cuarto, aislado al final de la casa, tomando una pistola cada vez que alguien tocaba la puerta, saliendo únicamente de noche, disfrazado de viejito o de viejita, para ir a conspirar, a dar forma a una lucha que, solo lo hizo público y célebre, cuando el 22 de agosto de 1978, siendo yo estudiante del Instituto San Francisco de Asís, mis profesores me preguntaron sobre mi relación con el guerrillero, con el Comandante “Cero” que se había tomado el Palacio Nacional, el que había puesto de rodillas a Anastasio Somoza Debayle, el que le hizo un tiro letal a la dinastía, a la dictadura y el que ya estaba plenamente identificado como Edén Pastora Gómez el hombre que con 25 hombres más estuvo al frente de la operación comandó más célebre de la historia guerrillera hasta ahora conocida por su impecable ejecución y por los resultados y efectos políticos de la misma.
Aquella operación chanchera fue la mecha que al encenderse creó la condiciones políticas para el inicio del fin de la dictadura y por supuesto todos sacábamos pecho porque estaba en marcha la revolución de la que solo estaban excluidos los somocistas y por sobradas razones, pero a partir de ese momento ya Edén fue más que una leyenda y a esa leyenda tuve la oportunidad de saludarle más maduramente el 20 de julio de 1979 cuando las tropas del frente sur hicieron su ingreso a Managua, estacionándose inicialmente en la Hacienda El Retiro, de la Rotonda del Periodista hacia al lago y que ya había dejado de ser propiedad del depuesto dictador Anastasio Somoza Debayle.
Edén Pastora fue desde entonces un personaje con un carisma incomparable. Muchísimos lo consideraron como el décimo comandante de la revolución, fue uno de los comandantes guerrilleros con el adoquín oficial en el cuello de su uniforme, fue el comandante en jefe de las milicias populares, fue quien encabezó el desfile militar del primer aniversario de la Revolución Popular Sandinista y a pesar de todo no se quedó con los halagos, la gloria, ni las comodidades, sino que un día molesto por las desviaciones políticas y morales del proceso por el cual tanto había luchado decidió controversialmente irse tras el olor de la pólvora y luchar desde ARDE no contra la revolución porque los que nos sumamos a él en esa campaña, a la que Edén siempre llamó “la guerra de los espejos” porque desde el sur peleábamos con nuestra pañoletas roja y negras en el cuello y desde el Frente Revolucionario Sandino, también gritábamos ¡Viva Sandino! y eso fue un tanto incomprensible e indigerible porque muchos se quedaron con aquella frase poética de emprender el viaje tras el olor de la pólvora y tiempo después realizamos que había sido una estrategia sabia, para evitar que el FDN, el frente norte de la contra, entrara por el sur e hiciera más largo un conflicto que generó una guerra fratricida con un costo altísimo en cuanto a muertos se refiere porque el pretendido era acabar con una parte de la historia que llegó para quedarse.
“Jacinto, Chinto o la Vieja” como llamábamos al Comandante Cero, nos decía que aquella guerra no era contra la revolución, era contra los contrarrevolucionarios, tal y como resultaron al final Jaime Wheelock, Henry Ruiz, Hugo Torrez, Luis Carrión, Víctor Hugo Tinoco, la Dora María Tellez, la Guiconda Belli, Sergio Ramírez Mercado, que ahora en el MRS, eran los que estancaban el proceso y el proyecto social de Julio de 1979 y que fue retomado en enero del 2007, por una Nicaragua, ahora gobernada en paz por el FSLN y por Daniel Ortega Saavedra que como presidente, y no como una de las nueve cabezas que halando para uno y otro lado, respondían a vanidades personales y excentricidades que para Edén eran propias únicamente de las más rancia burguesía de la calle atravesada de Granada.
No quiero incurrir, como generalmente sucede en estos casos, en decir que en todo momento estuve de acuerdo con Edén, tuve un tiempo distanciado de él y nos logramos reconciliar y perdonarnos en un evento al que lo invité de la Fraternidad de Hombres de Negocios del Evangelio Completo, pues el Comandante “Cero” fue más cristiano que cualquiera de esos que vistiendo sotanas santifican y fomentan la muerte y nos distanciamos porque no entendía, hasta que me lo explicó, con puntos y comas, la estrategia que significó desde ARDE la ocupación geográfica del frente sur para que la “contra” del norte no ocupara ese territorio y que razón tuvo Edén porque se logró evitar un gran baño de sangre y que individuos que estábamos contaminados por la venganza y el odio tomáramos el poder a nombre de la libertad y la democracia con el pretendido de desaparecer a un sandinismo que hoy llora la pérdida de uno de sus más icónicos comandantones, de esos al que le asiste literalmente ser considerado un muerto que nunca muere, porque con él se va una historia constructiva de nuestro presente y deja para la posteridad un pensamiento firme, una doctrina ideológica cimentada por el poder de la razón que ahora enfrenta a los que jamás podrán ser considerados vencedores, como sí lo fue Edén hasta el último momento de su vida y de eso nos sentimos orgullosos aquellos que hemos tenido el privilegio de seguirlo y conocerlo.
Hoy doblan las campanas por Edén Pastora y solo goza por su partida el odio, esa morbosidad maléfica que escupiendo para arriba desconoce la ley de la gravedad de que todo lo que sube baja y que esas pedradas tiradas al aire vendrán para abajo con la misma fuerza con que fue lanzada porque esa leyenda hoy toma un impulso hipersónico que acelerara el compromiso social de un sandinismo que ante la pérdida de los suyos crece por encima del tamaño de sus lágrimas y de sus duelos.
Para los que profanamente celebran la partida de Edén y jubilosamente dicen cualquier barbaridad de quien siempre les representó un dolor de cabeza, lo que hacen no es más que la repetición en ráfaga de sus cobardías porque siempre fueron incapaz de enfrentar, de debatir y demostrar que sus ideas y sus planteamientos eran mejores que la de un hombre que por vivir siempre al filo del peligro y de la muerte estaba cargado en cada una de sus posiciones, claras y a la llaga de una inmensa sabiduría.
Ayer que anunciaba la partida del Comandante Cero en Facebook una gran cantidad de perfiles falsos, que se crean para ofender, para difamar, para verter en ellos la cochinada que son, destilaron un odio indescriptible. Generalmente cuando eso sucede inmediatamente bloqueo a estos engendros del diablo, pero en esta ocasión decidí dejarlos, para que la gente se dé cuenta de quienes son, que pretenden, que quieren, qué proponen y qué sería de Nicaragua sin por esos equívocos llegáramos a caer en las garras de semejantes bestias, las que siempre combatió y a las que en todo momento Edén Pastora supo decirles las cosas en la cara de esas miserias humanas. Para esos individuos Edén nunca se verá alcanzado por tanta bascosidad porque Edén es un personaje del mundo y está más allá de estos a quien no necesitamos buscar para atacar porque no tienen ni la categoría para que así se considere y porque además ellos por si mismos se suicidan.
Cierro expresando, desde la profundidad adolorida por este hasta pronto, que Edén Pastora Gómez es un intocable que se hizo palpable porque fue siempre del pueblo por el que vivió y consumó su vida.
Edén Pastora Gómez es un súper hombre que orgullosamente nació en Nicaragua, en la tierra del más grande poeta de la literatura universal del cual los Pastora, contaba somos descendientes. Edén que ahora renace y su leyenda apenas comienza porque simplemente es un ser de otra galaxia e hizo tanto honor a su nombre que lega un paraíso donde habita el ideal más puro de amor y sacrificio por la patria.
Edén es una leyenda que ahora toma más fuerza. Es uno de esos referentes paradigmáticos que sin miedo a la muerte y lleno de una valentía suprema fue hasta el final un gran ser humano que antepuso a las comodidades y a la tranquilidad, como aspiración personal, la felicidad de los demás para que desde la Nicaragua libre que con su lucha construyó todos, incluso aquellos quienes le adversaban, tuviésemos dignidad.
Edén es un vencedor de toda la vida y su esposa Tía Yolanda y sus hijos lo saben y reitero a ellos mi más apesarada condolencia. Edén Pastora, Comandante Cero, descansa en paz, y aquí quedamos, “ojo a visor” contra aquellos operadores del odio que muertos en vida no saben que ya perdieron ante la historia.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA

Por: Moisés Absalón Pastora.
17 Junio 2020