Las cosas son como son y por mucho que se trate de alterar el valor original que tienen, siempre terminaran siendo lo mismo. A lo mejor se podrá maquillar o manipular a conveniencia el aspecto, la circunstancia, pero la esencia siempre será la misma cuando de pensamiento, de personalidad, de fama, se trata. Dicho de otra manera, el que es bueno es bueno y el que es malo es malo y por mucho que se traten de invertir esos polos o de revolverlos para crear apariencias ante determinados círculos siempre estará de por medio la percepción que no es más que un escáner que nos aproxima a lo que verdaderamente puede ser cada individuo.
Partiendo del anterior criterio, que es muy personal, habrá otros sin duda que piensen distinto, quiero hablar de algo que ya todos sabemos, pero que me parece hay que poner en su verdadera dimensión porque se trata de un individuo que no es cualquier cosa, que tiene indiscutiblemente un rango hemisférico visible, que juega a ser un personaje decisor de la suerte de Latinoamérica para ponerla en las garras de su marionetero, el imperio, y al que se le ocurrió que realmente se está perfilando como alguien con una envergadura al que hay que tenerle miedo.
Me refiero al flamante Secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, que para este servidor es, citando lo más contemporáneo desde 1984 y después de Joao Baena Soares, Cesar Gaviria, Miguel Ángel Rodríguez y José Miguel Insulza, el peor, el más nefasto, el más anti latinoamericanista que nos haya agredido y por supuesto el más desvergonzado lame botas del imperio norteamericano.
Luis Almagro fue Ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay durante el gobierno de José Mujica y embajador de su país en China entre el 2007 y el 2010 durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez y en ambas administraciones se las pasó poniendo el caset de izquierda en tanto le convino para mantenerse en la palestra pública y política de su país hasta que habiendo sido electo Secretario General de la O.E.A sacó el caset de fascista y ha pedido de su nuevo amo, Estados Unidos, se convirtió en un furibundo enemigo de Bolivia en la que encabezó intelectualmente el golpe de estado que derrocó al gobierno legítimo y constitucional de Evo Morales para proseguir en su agenda tratando de hacer lo mismo contra Venezuela, contra Nicaragua y por supuesto acentuando el bloqueo criminal y genocida contra Cuba.
Luis Almagro fue expulsado del Frente Amplio, partido de izquierda de Uruguay, porque desde el sitial como Secretario General de la O.E.A, contradiciendo todo principio de respeto a la soberanía y determinación de los pueblos dijo algo dantesco que indignó al partido que en su país un día lo elevó políticamente y que por supuesto generó una condena enérgica de una Latinoamérica herida por el nivel interventor e invasivo de quien únicamente puedo conceptualizar como una miseria humana no solo para nosotros los nicaragüenses, que sabemos de sus andadas, sino que también para el imperio que lo mastica pero no lo traga, que lo usa y después lo escupe porque sabe con quién trata y porqué actúa como lo hace.
Cuando el Frente Amplio Uruguayo expulsó a Luis Almagro de sus filas en un comunicado público expuso literalmente en sus por tanto lo siguiente: “en la violación más grave de los principios que caben imaginar” al haber dicho, en una visita en la frontera entre Venezuela y Colombia, que no se debe “descartar ninguna opción” en cuanto a la “intervención militar para derrocar al régimen de Nicolás Maduro”.
Tal declaración tuvo un impacto tan profundo que el mismo Luis Almagro quiso salir al frente diciendo, como todo cobarde que no sostiene lo afirmado ante las cámaras de televisión que lo expusieron de pie a cabeza, que aquello había sido una tergiversación, que él jamás diría tal cosa, lo que al final le resultó peor porque aquel falso desmentido le resultó como la estupidez de aquel que se pone a revolver bateas de caca porque el efecto inmediato es potenciar el hedor de la caca y desde ese momento el gran payaso de la O.E.A quedó marcado para la posteridad como el sepulturero del organismo hemisférico.
Para mí siempre es importante calcular de donde vienen las cosas a propósito de que estas, tal y como lo expresé al inicio, son como son y por mucho que se trate de alterar el valor original que tienen, siempre terminaran siendo lo mismo. Es decir, lo que antes fue malo no puede ser bueno ahora ni nunca y viceversa. Digo esto porque Luis Almagro volvió a ser celebridad, pero está vez escupido por las fauces de alguien no menos perverso, malévolo y diabólico, que al final terminó vomitándolo al revelar desde la facturación que le pasa a Donald Trump lo que piensan de él en la Casa Blanca.
El libro de memorias del ex asesor de Seguridad Nacional del gobierno de Donald Trump, John Bolton, “La habitación donde sucedió: una memoria de la Casa Banca”, sacudió la política interna e internacional de Estados Unidos con sus revelaciones sobre el cuestionado presidente y sus políticas. Por supuesto que John Bolton no nos va a venir a significar ahora que sea un aliado por lo que dice de su exjefe el pelo de maíz, que va, por el contrario no hay duda que este tipejo es un fascista más extremo que el propio Hitler y si por el fuera américa latina ya hubiese sido arrasada o agenciada a la bandera de los Estados Unidos y gracias a Dios le dieron una patada que me imagino fue por diferencias metodológicas entre cómo matar y como robar, pero nunca por ser delincuentes o dejar de serlos.
Lo interesante es que John Bolton hace, desde lo que conoce, porque estuvo en las tripas del monstruo, una serie de precisiones entre las que destaca la conceptualización que el inquilino de la Casa Blanca tiene de la Organización de Estados Americanos, O.E.A., como un organismo moribundo y de Luis Almagro, su Secretario General, al que refiere como «mentiroso, ladrón, cínico y moribundo» y seguramente nosotros desde aquí podríamos añadir otros epítetos y verbos más floriados.
John Bolton se refiere a la OEA “como una de las organizaciones más moribundas que existen”, y que si los EEUU la apoyó y potenció últimamente fue para ayudar a Juan Guaidó, el diputado venezolano que en una acción ilegitima se autoproclamó presidente de su país y se prestó como cualquier trapo sucio al pretendido imperial de mancillar la dignidad de la revolución bolivariana lo que jamás le fue posible a pesar de las agresiones y del bloqueo que visiblemente la afecta.
John Bolton es desde mi punto de vista uno de los funcionarios más ácidos y tóxicos que haya conocido de cualquier administración republicana en Estados Unidos, pero solo imaginen entonces lo que puede ser Luis Almagro si alguien como el ahora asesor de seguridad nacional de Donald Trump es ofensivamente crítico con el actual titular de la O.E.A Luis Almagro a quien pese, a que éste sigue demostrando ser servil de los intereses imperiales, aun así lo tilda «mentiroso, ladrón, cínico y moribundo».
John Bolton fue alto funcionario del gobierno de Trump, con el que terminó enemistado a muerte y sus posiciones belicistas, que plantean invasiones y derrocamientos de gobiernos legítimos fueron plasmados en su libro que ya fue catalogado por varios analistas como un escrito fascista que hay que leerlo porque entre medias verdades y medias mentiras nos permitirá al final sacar conclusiones sobre toda esta locura que parida por Donald Trump ha acercado al planeta a la posibilidad de una tercera guerra mundial en los últimos 75 años.
En lo que a nosotros respecta este tristemente célebre de Luis Almagro, el Joker Uruguayo, que es un verdadero saltimbanqui pues un día brinca aquí y otro allá, nos ha causado mucho daño, por lo menos en cuanto a la imagen de Nicaragua se refiere, pero el Creador, que sabe que este pueblo lo ama inmensamente se encarga de poner las cosas en su lugar y seguramente de esa guarida que representa la O.E.A, un verdadero organismo moribundo, los paniaguados del imperio seguirán conspirando contra nuestra democracia, contra nuestro proyecto social, contra la paz que hemos construido, contra la libertad que vivimos, pero no van a pasar de ahí porque a los muertos no se les tiene miedo y si de vivos, que son parte de la misma carpa circense del secretario general se trata, esos ya están extintos por sus propios fracasos de modo que el futuro es nuestro.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.
Por: Moisés Absalón Pastora.