El 24 de abril Nicaragua abandonó la Organización de Estados Americanos (OEA). La decisión es efectiva de inmediato: las oficinas de la organización en Managua han sido cerradas y los representantes de Nicaragua han sido retirados.
Arlac se congratula de esta iniciativa que toma nota de la decisión adoptada el 19 de noviembre de 2021, doce días después de las elecciones presidenciales y legislativas, cuando la OEA se inmiscuyó en los asuntos de Nicaragua al negarse a reconocer la victoria del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). La decisión es tanto más legítima cuanto que la OEA había fomentado el golpe de Estado en Bolivia hace dos años.
No es la primera vez que la OEA, “el ministerio de las colonias yanquis” según Fidel Castro, es objeto de fuertes críticas. Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, la acusó el año pasado de ser “lacaya” de Washington.
La OEA es una institución que pretende subordinar los intereses de América Latina a los del imperialismo yanqui. Por eso la OEA, que expulsó a Cuba en 1962, nunca condenó (y mucho menos expulsó) al Chile de Pinochet, la Argentina de Videla, el Paraguay de Stroessner, el Uruguay de Bordaberry o la Bolivia de Bariz. Del mismo modo, en 1965, la OEA se utilizó para legitimar la invasión estadounidense de la República Dominicana.
La llegada de Almagro a la cabeza de la OEA en 2015 reforzó el servilismo de la organización a los intereses de Washington. Los últimos años han estado marcados por el doble rasero: manifestaciones violentas que se califican de expresiones legítimas de libertad y democracia (Cuba, Venezuela, Nicaragua) o de vandalismo que hay que reprimir (Colombia, Chile). La OEA ha perdido tanta credibilidad que John Bolton, ex asesor de seguridad del Estado de EE.UU., caracterizó a la organización como “moribunda”, que “sólo ha sido resucitada para ayudar a Guaido”.
Esta pérdida de legitimidad va de la mano del auge de los movimientos sociales en los países aliados de Washington en el continente americano (Ecuador, Chile, la Argentina de Macri, Colombia y Haití). Además, la intervención rusa en Ucrania y la impotencia de los países de la OTAN para sancionar a la Federación Rusa confirman el importante retroceso de Estados Unidos en la escena internacional. Por un lado, porque muchos países se han negado a apoyar la acción de Estados Unidos (especialmente antiguos aliados como Arabia Saudí, India y Pakistán) y, por otro, porque Estados Unidos ya no tiene el poder económico del pasado que le permitía amordazar a un país y matar de hambre a su población.
La decisión de abandonar efectivamente la OEA se produce, por tanto, en un contexto regional de denuncia del papel de Estados Unidos, pero también en un contexto mundial en el que el imperialismo yanqui está disminuyendo y debe dejar paso a un mundo multipolar. Esperemos que la decisión de Managua dé fuerza a otros países latinoamericanos para enfrentarse a Estados Unidos.
Bruselas, 25 de abril de 2022
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