Paradójicamente lo que hizo el mundo para enfrentar la pandemia del COVID-19 con muy poco éxito, es lo que aquí, con el mismo propósito, no hizo el gobierno presidido por Daniel Ortega porque de un extremo a otro las estadísticas reflejan que el país más poderoso del mundo, Estados Unidos, con toda y su economía, es el más afectado del planeta, con más de 965.000 casos y más de 54.000 muertes, se ha convertido en el país más afectado del mundo, mientras nosotros, con una economía de cuarto mundo, saqueada a través de la historia por el imperio y agredida por el mismo imperio, gracias a Dios y milagrosamente, reporta que hasta hoy solo tenemos 3 enfermos activos, lamentablemente 3 muertos y 7 recuperados mientras hay 15 que están bajo seguimiento sostenido y responsable en nuestro país, razón por la cual los ojos de todos los países, que congelaron la vida de sus ciudadanos y recluyeron a sus pueblos a sus respectivos domicilios, tratan de entender qué estamos haciendo aquí.
De los hospitales y clínicas que tenemos aquí, de lo que hacemos aquí, de la capacidad profesional de los médicos y enfermeras que tenemos aquí, de las brigadas comunitarias que por miles se desplazan para concientizar sobre la peste barrio por barrio para hablar de persona a persona respecto a los riesgos y cómo enfrentarlos y de la serenidad y sabiduría con que nuestras autoridades han actuado para no decidir bajo la coacción del miedo o del pánico, es de lo que hemos hablado mucho y en términos generales nos hace marcar la diferencia con respecto a sistemas de salud que por estar basados en la perspectiva del negocio no han sido lo efectivo que sí resulta la visión humanista y solidaria que tenemos aquí y cuya efectividad medimos desde la gratuidad de nuestro sistema de salud.
El resto de los países del mundo, copiando recetas que no han sido las más efectivas, tomadas con seguridad sinceramente, porque hay versiones que denuncian que todo esto es un negocio, hoy comienzan a reevaluar las medidas que decidieron en su momento porque en muchos casos la medicina ha sido más letal que la peste.
Aunque comprenda la desesperación de aquellos que fustigan al gobierno de Nicaragua por no tomar las medidas que se implementaron en otros países, aunque las estadísticas adviertan que no fueron las mejores, pues ellos no ven los resultados obtenidos aquí, sino la oportunidad de hacer politiquería, me parece que el mensaje central, sabiendo que falta mucho para que la ciencia de con una vacuna contra el COVID-19, y que vamos a estar bajo su amenaza hasta que no aparezca la cura, debe ser el de no dejarnos vencer, de proseguir con nuestra normalidad y después de atender con un disciplina rigurosa las medidas de higiene y distanciamiento social, que hasta ahora han sido realmente el antídoto contra el veneno, proseguir con la restauración plena que teníamos hasta diciembre del año pasado.
Debemos estar más que convencidos que el mundo fue partido por el COVID-19 en un antes y un después y que por tal razón no esperemos de las naciones poderosas, que están epilépticas después de la agresiva invasión planetaria de esta pandemia, que nos vayan a venir a resolver nuestros problemas porque ya tienen los suyos.
En la región centroamericana países como Honduras por el norte y Costa Rica por el sur cerraron sus fronteras y en esta circunstancia las miserias humanas, haciendo gala de su brutalidad brincaron molestas porque no imitamos a nuestros vecinos sin que se percataran que no había sentido de hacer algo parecido porque a los catrachos y a los ticos ya les había ganado un miedo que de todas formas no impidió que se súper contaminaran; Después las bilis les causó septicemia porque no cerramos el aeropuerto y aunque La Prensa, S.A celebraba que nuestras pistas ya no recibían ningún tipo de avión, nunca fueron capaces de entender que de todas formas ya había una disposición de las aerolíneas de dejar en tierra todos sus vuelos; En otras naciones decretaron la cuarentena y hasta el farandulero de Nayib Bukele hasta impuso el estado de queda, como igual hicieron los catrachos y tras la medida se llevaron en el alma a los que viven del diario, los que son los más, los que no tienen un trabajo fijo, los que no tienen un salario, y con ello lo que hizo el farandulero Salvadoreño fue llenar sus cárceles con gente que no atendió la cuarentena porque vive de lo que la calle da diariamente.
El Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, en su última comparecencia, que resultó una patada al hígado para quienes lo daban por muerto, dijo algo muy sabio y es que aquí no se podía mandar a la casa a nadie, menos a la gente que vive del diario porque eso sería condenar al hambre a quien depende exclusivamente de su trabajo y a la muerte a la nación porque un país que se desactiva perece y si las naciones poderosamente económicas ahora se convencen de eso, pues nosotros con más razón.
El presidente Daniel Ortega compartió con los nicaragüenses, y con el mundo que lo sintonizaba, porque también el planeta quiere saber qué estamos haciendo aquí para tener al mínimo a la pandemia, una cifra que superaba el millar de personas muertas por diferentes razones, que no fueran el Coronavirus y solo apenas, en ese momento, una por el COVID-19, lo que sugiere que la enfermedad milagrosamente, por la forma en que ha sido abordada, tomando además experiencias que también han sido efectivas en otros países, que la lucha contra este enemigo no debe significar de ninguna manera escondernos y dejarnos vencer por este enemigo.
Ya otros países que han sido severamente afectados por la pandemia están dando marcha atrás en las medidas que originalmente tomaron para evitar la infección. Ya están considerando para los próximos días el retorno paulatino a la actividad económica; ya algunos dieron a sus ciudadanos luz verde para ejercitarse y tomar aire; Ya las grandes empresas donde los empleados se cuentan por millares, están hablando de la reactivación con control; Las aerolíneas ya discuten los mecanismos a emplear para poner al aire sus naves; La industria turística de cada país está considerando alternativas para atraer a tanta gente que está estresada por tanto encierro y quiere distraerse de alguna manera para huir de tanta noticia infame que al final ha resultado ser más letal que la peste misma, sobre todo aquí en Nicaragua donde las miserias humanas no han dejado de jochar ni ante la tragedia; ya en otros países se habla de retomar las justas deportivas, mientras en esta Nicaragua bendita no solo no hemos dejado de jugar béisbol y futboll, sino que este fin de semana pasado la cadena internacional ESPN trasmitió en vivo la única cartelera boxística desde el majestuoso gimnasio Alexis Arguello y para aquellos a quien les duela, no solo nos aplaudieron, sino que viene otra para el 16 de Mayo.
Yo creo que los nicaragüenses debemos prepararnos a dar en firme el paso a la recuperación de nuestra total normalidad considerando que no permitimos que nos ganara ni el pánico ni el miedo y que tampoco nos vamos a dejar vencer.
La actitud más cristiana que podemos tener hoy por hoy es demostrar de lo que estamos hechos porque mientras otros están metiendo reversa en sus decisiones porque se convencieron que no fueron las mejores, nosotros desde el comienzo anduvimos por el camino correcto y si hasta hoy los resultados nos han sido óptimos pues sigamos en la senda, pero eso sí, ahora con la disposición de ir, llenos de la confianza que nos da el Creador, hacia la luz del túnel con la conciencia de no dejar para mañana lo que usted, lo que yo y todos juntos podemos hacer por nuestro país y nuestro futuro.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.
Por: Moisés Absalón Pastora.