Dos pastores evangélicos gay en Brasil crean su propia iglesia cristiana contemporánea; Una manifestación feminista “sociodramatizan” el aborto de la virgen Maria en Argentina en el contexto del Día Internacional de la Mujer; Un famoso sacerdote católico es fotografiado en una playa en florida tocando públicamente a su novia; Una secta satánica le pega fuego a nombre de Dios a una mujer supuestamente poseída para liberarla de un mal espíritu; Una mujer en una manifestación lésbica se apuñala el vientre para matar al hijo que lleva porque un ultrasonido mostró que el sexo del feto era un varoncito y en consecuencia ella no podía traer a un monstruo más al mundo; En esos países que tienen religiones fundamentalistas y donde se asesina a nombre de Ala hay bodas múltiples de hombres viejos, ancianos, con niñas que van de los seis a los ocho años; Un tipo tenía por esposa a una perra con la que hacia bestialismo y cuando fue filmado reclamó airadamente porque se metían en su vida, en su vida íntima, en su vida de pareja; hombres y mujeres se exponen en pelotas en las redes sociales porque dicen que el cuerpo es una escultura que hay que mostrar; En muchos países el matrimonio gay o lésbico avanza sin rubor ni pudor y hasta han salido “sacerdotes y pastores” demandando el derecho a realizarlos porque, dicen, simbolizan el amor; Hoy los padres sufren de violencia y son agredidos por sus hijos y las leyes los avalan porque no se les puede tocar porque se les pueda causar un tremendo daño sicológico.
El mundo está patas arriba y quienes así lo vemos somos anormales, gente anticuada, que no sabemos que estos son tiempos modernos donde todo lo que anteriormente describí es el resultado de mentes más abiertas a las que debemos adecuarnos porque de todas formas así lo están imponiendo una serie de movimientos que representan la nueva visión del planeta, el “ideal” de las naciones libres, libres de leyes, de regulaciones, de castigos, de penas; países sin contratos, sin obligaciones, con derechos sí pero sin responsabilidades; Un país donde cada quien haga lo que quiera y viva como quiera y hacia eso nos quieren llevar aquí hasta obispos, sacerdotes y en algunos casos pastores que según ellos tienen la versión correcta del mundo perfecto.
No estamos lejos de esa Sodoma y Gomorra. Ya hoy los titulares de los principales medios de comunicación, sobre tantos inverosímiles que vemos en la televisión dejaron de asustarnos y nos acostumbramos a ellos de tal forma que no nos indignamos, sino que afirmamos que eso pasa todos los días, que cosas peores suceden y en tanto nos encojemos de hombros y así lo comentamos frente a los menores, que hoy crecen con una mentalidad violada por la tecnología que todo les simplifica y entienden claramente que lo que para nosotros en un tiempo fue un bochorno hoy para ellos es un ejemplo a imitar, un referente de la modernidad.
Los seres humanos hemos sido demasiado permisivos con la inmoralidad, hemos preferido callar frente a esas minorías que apropiadas de un discurso astuto y aparentemente inteligente nos metieran en la cabeza que el adulterio, la infidelidad, el sexo prematuro, las drogas que ahora se legalizan, el alcohol que gana terreno con millonarias campañas publicitarias, sean el símbolo de la realización y la felicidad en las mentes que gobiernan el nuevo orden.
Yo no quiero vender santidades. No soy santo ni nada parecido. Pero sí quiero declararme una persona anormal, con un pensamiento anticuado, que cree en los principios que prevalecían en los hogares de mi infancia, que cree en los valores de la civilización que gracias a Dios todavía existe en nuestra Nicaragua, pero que indudablemente están amenazados y acechados porque no somos una isla y porque somos parte de un mundo donde las naciones más ricas viven cada vez más empobrecidas por el cáncer de la inmoralidad y lo contrastante es que reina el averno en donde más recursos hay para la educación, donde hay más escuelas y más universidades, pero donde indudablemente hay una oscuridad total en cuanto a espiritualidad se trata.
Aquí en Nicaragua no debemos tener miedo a que nos digan que somos anormales o ridículos porque nos resistimos al infamante mundo de hoy. Por el contrario, desde la trinchera que nos corresponda, debemos honrar a Dios y sin miedo al qué dirán evidenciar lo que está mal. Así las cosas, los padres deben ejercer la autoridad sobre el hijo para que mañana no les enrostren haber criado a un delincuente que hizo profundas heridas a la sociedad; El gay, la lesbiana o como les quieran llamar, que hagan lo que quieran con lo que les guste, pero que lo hagan en privado. Porqué tiene la gente que tragarse en público lo que debería ser un acto íntimo; Porque debemos aceptar como legítimo que fiestas paganas como las de San Jerónimo o Santo Domingo, sean un carnaval de guaro donde lo que más resalta es el homosexualismo; Porque vamos a ver como legítimo que algunas ONGs acá, con el cuento de luchar por los derechos de las mujeres, busquen como enfrentarlas contra los hombres; Cómo es posible que sea cada vez más frecuente subir a las redes sociales los pleitos a golpes entre jovencitas o jovencitos a la salida de los colegios como si se trataran de imágenes loables; Cómo es posible que viralicemos las vulgaridades irrepetibles de una mujer que entusiasmada porque le pusieron una cámara en frente dice cualquier barbaridad y chanchada.
Cuántas veces hemos escuchado esas voces absurdas que te dicen “uy”, cuidado con regañar al niño, tratarlo con autoridad, llamarlo al orden con imperio. Ese mismo niño, por mucho amor que se le dé y se le colme de atención, vive un mundo exterior en la escuela donde aprende mañas, donde ahora la pedagogía moderna tampoco le puede llamar la atención, antes bien para todo, incluso si les pega a los padres, hay que llevarlo al sicólogo y para no recetarles un chancletazo.
Ahora el matrimonio “moderno” debe permitir relaciones abiertas y amplias a las hijas señoritas. No importa si tienen menos de 13 años, si a esa edad quiere tener novio pues que tenga dos o tres o cuatro o los que quiera a la vez para que vayan conociendo el mundo en el que viven y para que maduren, no importa que salgan solas y regresen a la hora que quieran porque así podrá disfrutar de la juventud que solo es una y entonces si después salen embarazadas que bien, tendrá padres que serán abuelos jóvenes y que le darán todo, pero como esos son conceptos nuevos, no importa que la ahora mujer haya arruinado su futuro porque es más importante ser una madre chavala que tener una profesión para defenderse más adelante en la vida.
A cuantos les es familiar esta realidad. Podrán decir con mucha razón que de qué estoy hablando, como si nada de esto lo hubiese visto en mis tiempos y saben qué, tienen razón. Sí existía mucho de eso, pero en aquel tiempo nuestros padres nos predicaban con el ejemplo y nos decían que nada de eso era correcto, nuestros maestros en la escuela eran nuestros segundos padres y cuando nos observaban descarriados mandaban a llamar a nuestros progenitores, pero hoy vivimos en una sociedad tan “moderna” que ni lo uno ni lo otro sucede porque todo el mundo vive demasiado ocupado y sin tiempo para enfrentar esas realidades porque desde esos movimientos de liberación que ahora se manifiestan con fuerza se alientan esas malas prácticas por las cuales el mundo muy complacidamente anda al revés mientras las estadísticas arrojan más violencia, crímenes y más promiscuidad.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.
Por: Moisés Absalón Pastora.