Opinión | Portada
mayo 11, 2020

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El Día de la Victoria

La primera guerra mundial, igual que la segunda, -ojalá que quienes dirigen el mundo aprendan y reflexionen sobre las causas de las dos primeras para que nunca haya una tercera- iniciaron por apetitos expansionistas de poder que dejaron en ambas pérdidas humanas realmente tenebrosas. Nunca antes se habían librado dos guerras de la magnitud y duración de la Primera y Segunda Guerra Mundial. Nunca, además, con tan poco tiempo entre el desarrollo de una y la otra y lo más impresionante de estas guerras es, sin dudas, la cantidad de personas que fallecieron en ellas. Millones, entre militares y civiles, fundamentalmente en Europa.

De la primera guerra mundial, que empezó el 28 de julio de 1914 y finalizó el 11 de noviembre de 1918 muy conservadoramente se dice que murieron nueve millones de soldados, siete millones de civiles, otra cantidad por hambre y enfermedades y más de 20 millones de heridos.

La Segunda Guerra Mundial que tuvo su desarrollo entre los años 1939 y 1945. La invasión de Polonia por parte de las tropas alemanas la hizo estallar y por desgracia los cálculos fatales arrojan cifras que se aproximan a los 45 y 70 millones de muertos.

Se considera a la URSS, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, desaparecida tras la caída del muro de Berlín y hoy la actual Rusia, como el país que más muertos tuvo en la Segunda Guerra Mundial. Esta perdió unos 27 millones de ciudadanos, fue memorablemente el escenario de grandes batallas épicas, la capacidad de sus estrategas militares sigue siendo materia de estudios en las academias castrenses del mundo y jugó un papel determinante en la capitulación incondicional de la Alemania Nazi cuyo control de Europa pasaba sobre los soviéticos, pero la arrogancia imperial norteamericana desde hace muchísimo tiempo, cosa que recién acaba de reafirmar, ha querido robarse una victoria que nunca fue suya.

Los norteamericanos y los ingleses siempre han aparecido desde el momento en que se da por terminada la segunda guerra mundial, en 1945, como los chavalos de la película cuando en realidad se incorporaron a ella hasta el último momento y en el caso de los gringos si no es porque los japoneses atacan Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 en Hawái nunca se hubieran involucrado en una contienda en la que junto a Gran Bretaña solo enfrentaron a 10 divisiones mientras solo los rusos lo hicieron con más de 200 divisiones alemanas, según le aclaró Ben Nortón a Donald Trump, quien este 9 de mayo se robó todos los créditos dejando por fuera a los Rusos que fueron los que realmente vencieron al fascismo Nazi.

Es repugnante hacerse de los méritos que son ajenos. Podría enumerar incontables adjetivos como defectos para definir a quienes hacen esto, pero todo se resume en una sola palabra: mediocridad y por muchas formas que asuman para tomar lo que es de otros la historia al final es la historia, aunque la traten de reescribir una y cien mil veces a través de la fantasía del séptimo arte donde el bueno de siempre es el yanqui y los demás los malos.

Muchos de mi generación, y lo recordaba recientemente con un amigo, Manuel Espinoza, fuimos atrapados por una serie bélica rodada entre 1962 hasta 1967 por la cadena de televisión ABC y que se transmitió con mucho éxito en la década de los 70 bajo el nombre de ¡Combate! Muchos a lo mejor aprendimos de esa serie de armas y estrategias militares porque se trataba de un pelotón de soldados americanos que luchaban contra los alemanes en Francia durante la Segunda Guerra Mundial. El programa tenía tres protagonistas, pero la estrella era Vic Morrow, el famoso y circunspecto Sargento Saunders el “Chip” y su infaltable subametralladora Tompson.

En esa serie de televisión ocasionalmente tuvieron papel personajes civiles que representaban a la resistencia francesa, pero fuera de ellos los únicos bandos en guerra eran, un pelotón en representación del ejército americano y por supuesto el enemigo a vencer que eran los alemanes y pare de contar porque hasta los ingleses, conducidos por el Mariscal Bernard Law Montgomery, “El General Espartano”, tampoco tenía cabida, porque desde ahí estaba marcado el egoísmo de otro imperio.

Apropiarse de lo ajeno y de los méritos de otros es algo que los gringos o los yanquis, al final son lo mismo desde sus pretensiones contra el mundo, es algo que lo hacen muy científicamente llenando de mentira y de basura la mente de grandes y chicos desde su arma de alineamiento más efectiva: Hollywood.

¿Cuantas películas o series de televisión, producidas por él imperio, ha visto usted donde los rusos o los chinos sean los chavalos, los buenos, los vencedores, los héroes o los salvadores?

¿Su ha fijado usted que los héroes norteamericanos son Superman, Batman, Iron Man, el Capitan América, el Hombre Araña, Hulk, Rambo, la Mujer Maravilla, Super Girl, Rocky Balboa y que pronto podrían nacionalizar a James Bond, para quedarse con el personaje?

¿Se ha fijado usted que todos esos héroes del séptimo arte a quienes matan son a comunistas rusos, a terroristas islámicos, que los infectados por cualquier virus son los chinos y que los latinos somos para ellos parásitos y traficantes de drogas?
Por eso no me extrañó que Donald Trump el pasado sábado borrara a los rusos del día de la victoria hace 75 años sobre los fascistas alemanes y los borró porque Donald Trump es el Ario de los nuevos tiempos que está construyendo el renacimiento de un nuevo modelo fascista en el que un milenium como el salvadoreño Nayib Bukele, el narco traficante de honduras Juan Orlando Hernández, el brasileño y loco Jair Messias Bolsonaro, el ecuatoriano, rencoroso y traidor de Lenín Moreno, el colombiano arrastrado de Iván Duque Márquez y el millonario e insensible de Sebastián Piñera en Chile, solo para mencionar algunos, son parte hoy de un club que pretende imponer un modelo de ultra derecha donde no tangan cabida corrientes comprometidas con visiones sociales y solidarias que respondan a los verdaderos intereses populares y que incidan en la conciencia de los poderosos y potentados para redistribuir la riqueza y hacer así un mundo más justo para todos donde la única negación sea el derramamiento de sangre, de los unos contra los otros, que tristemente no está en los cálculos de la industria armamentista que se prepara para una tercera guerra mundial.

El Día de la Victoria alcanzado el 9 de mayo es una jornada festiva en Rusia y en la mayoría de las antiguas repúblicas soviéticas. La Alemania nazi, representada por el mariscal de campo Wilhelm Keitel, firmó la capitulación incondicional el ocho de mayo de 1945. Para la gente común y corriente el nueve de mayo siempre ha sido un día muy especial en Rusia y es a la Unión Soviética, no al imperio norteamericano, que se le debe el papel principal en la derrota de la Alemania fascist. Los soldados soviéticos no solo defendieron su país, sino que liberaron Europa de los invasores fascistas y llegaron a Berlín, logrando que el enemigo definitivamente depusiera las armas. La Segunda Guerra Mundial recibió en Rusia el nombre de “Gran Guerra Patria” porque entró en todas las casas y afectó a toda la población del país. No hubo ni una familia que no perdiera a alguien o no tuviera heridos o desaparecidos.

Hoy Rusia en la actual coyuntura está retomando su lucha contra el nuevo fascismo que después de haberse tomado Bolivia amenaza a Venezuela, a Cuba y Nicaragua.
Hoy Rusia frente a la agresión invasiva de los Estados Unidos contra Venezuela, Cuba y Nicaragua está con la causa de pueblos que tienen héroes de carne y hueso como Tupak Katari, Bolivar, Sandino, y Martí que son las más altas expresiones de una Latinoamérica inclaudicablemente libre y rebelde.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

Por: Moisés Absalón Pastora.