El Premio Casa de las Américas, Hildebrando Pérez Grandes, uno de los mayores representantes de la poesía peruana comparte el siguiente texto con motivo del natalicio del Comandante Carlos Fonseca:
GLORIA Y HONOR AL QUE AMA LA INSIGNIA DEL SUELO MATERNO
¿Quién no se llama Carlos?, se pregunta Vallejo en sus impresionantes y siempre oceánicos Poemas Humanos. Y en verdad, quién no quisiera llamarse Carlos, en la Nicaragua combatiente de hoy en día, Quiero decir, como Carlos Fonseca Amador (1936 – 1976). Llamarse como él, soñar como él, luchar como él, sin sosiego ni aspavientos para alcanzar la paz y la justicia social de su pueblo. La historia contemporánea de nuestro hermano país registra nombres de valerosos combatientes que forjaron el bienestar que ahora disfrutan los que nunca tuvieron nada. Y en cuanto a santo y seña, junto a Sandino, el de Carlos es el más amado, el que más reconforta, el que anima a remontar el pasado definitivamente.
Carlos no sólo es un referente hoy en día, un guía insobornable en la construcción de un orden nuevo, por encima de las actividades contrarrevolucionarias que propicia de distinta manera y maña el imperialismo. Ahora es leyenda, es historia, un camino a seguir. Carlos conoció la cárcel, las torturas, el destierro, los grandes sacrificios y murió en combate, para nunca morir como ya se ha dicho. Carlos, con sapiencia y dignidad, refundó con Tomás y con Santos López y con Silvio el ideario de Augusto C. Sandino. Por eso su nombre también es una consigna, una bandera, una antorcha imperecedera.
¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines, canta el sinfónico Darío, nuestro abuelo Rubén. Gloria y honor al que ama la insignia del suelo materno.
Hildebrando Pérez Grandes
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