Editorial Detalles del Momento – “LA DEMOCRACIA REVOLUCIONARIA DE CARLOS FONSECA”

Nov 17, 2025

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El FSLN, todo lo que es y significa, conmemoró el pasado 8 de noviembre 49 años del acribillamiento en Zinica, Waslala, de quien es por declaración, de indiscutible mérito, el “Padre de la Revolución Popular Sandinista” y quien después de su asesinato demuestra que las ideas no se matan con balas, es más, que las ideas son inmortales en tanto se tejan con verdad y nobleza por los demás.

Cada 8 de noviembre de todos los años el FSLN realza la simbología del rojo y negro rindiendo el riguroso homenaje a su fundador, Carlos Fonseca, que diseñó desde un pensamiento político e ideológicamente profundo, la implementación del ideario del General Augusto C. Sandino, de quien recibió la estafeta para hacer posible que los sueños se volvieran realidad y que fueran tan ciertos y tan palpables que permitieron una visión de nación tan diáfana que por primera vez en la historia nos permite celebrar la existencia plena de la democracia.

Cuando hurgamos la obra, las razones, el legado de quienes se distinguieron como leyendas, más cuando la terquedad por la valía de los principios y de los fundamentos los llevó a la consumación del más grande de los sacrificios, la entrega de la vida por los demás, uno lo que encuentra es la fuente de la inspiración que tuvieron los otros muchos que le siguieron para ejecutar la construcción de la patria que siempre quisimos y si uno lee y escucha a los que le conocieron, no a los que oyeron hablar de él, sino que fueron parte de la aventura de la clandestinidad, de los riesgos, de la temeridad solo propia de los valientes, entonces no hay más que concluir que sí, que Carlos Fonseca fue un tayacán vencedor de la muerte y que a partir de su martirologio su pensamiento fue más diáfano porque entonces sus ideas explotaron para despertar la conciencia de un pueblo que se sabía esclavo, pero que supo determinar que la liberación había llegado y con ella la dignificación de la patria, esa que ahora es la mejor de nuestra historia y que es posible gracias a la verticalidad de la disciplina, de la coherencia entre el decir y el hacer, a la realización de que nuestras manos pueden ser las constructoras de nuestro destino.

Carlos Fonseca fue predestinado para la liberación de Nicaragua y nació siendo asesinado porque supo desde su personalidad y pensamiento marcar la ruta y el camino de los que jamás se rendirían y que encontraron en el liderazgo del tayacán la humildad del maestro, capaz de hacerse imprescindible para el noble propósito de enseñar a compartir, dar, hacer, ayudar, y realizar que la vida de una nación es una inspiración distante de todo apego a lo material que privilegia a la dignidad humana desde una tesis de izquierda que ya nos la mostraba en todo su esplendor el más grande de todos los revolucionarios, el Hijo de Dios, Jesús de Nazaret.

A Carlos Fonseca la rancia oligarquía siempre lo quiso encasillar en una izquierda ortodoxa ligada exclusivamente al marxismo o más francamente al tan cacareado comunismo, pero sus aun existentes compañeros de lucha y aventura lo determinan como un ecuménico devorador de libros de filosofía, política, arte y literatura en los que exploraba los pensamientos convergentes hacia la democracia más efectiva que permitiera a Nicaragua salir de la oscuridad de la ignorancia.

Precisamente desde el pensamiento de Carlos Fonseca, hasta la parte de nuestra historia en la que nos encontramos, debo decir que hay muchos temas que cuando se enfocan o se plantean, de acuerdo al énfasis que el expositor les quiera dar, nos pueden llenar las expectativas o de la misma manera quedarnos a deber cuando por un interés específicamente burdo, se dirige un mensaje, tan sesgado, que pierde de vista su verdadera integralidad sobre todo, claro está, cuando planteamos las enormes magnitudes o diferencias entre lo que es la democracia capitalista y la democracia revolucionaria.


En una democracia la separación de poderes es importante pero aquí para el fracasado oposicionismo, que no existe, argumenta que los copresidentes de la República, en este caso Daniel Ortega y Rosario Murillo lo controlan todo, pero en tiempos Violeta Chamorro, de Arnoldo Alemán y del tristemente célebre Enrique Bolaños, cuando la Asamblea Nacional era controlada por el MRS, dónde están los más grandes traidores de Carlos Fonseca, el PLC y sus aliados, respectivamente, los magistrados de la Corte Suprema y del Consejo Supremo Electoral, eran nombrados por la mayoría parlamentaria, que no era la bancada roja y negra y al final, quien los coordinaba a todo eso que referían como poderes y que ahora son órganos, era el presidente de la república y en ese momento los que hoy aseguran que no hay separación de poderes decían todo lo contrario porque muchos de esos fueron magistrados y para colmo no servían para nada más que para figurar y pavonearse como los grandes personajes de la época y ganar salarios prohibitivos, porque entonces el presidente de la república se echaba a la bolsa 10 mil dólares y los ministros 8,7,6 y el más chanfaina cinco mil dólares por debajo de la mesa porque por arriba, en la nómina oficial, también había otra cifra que cobrar.

La libertad de expresión es, no hay duda, un parámetro válido del significado de la democracia y en este rubro la actual administración de gobierno tiene notas sobresalientes porque aquí los decibeles en algunos medios de comunicación mentían, desinformaban, calumniaban y difamaban desde adentro por encima del libertinaje y y lo siguen haciendo desde afuera y siempre en tanto se les permitió asesinaron la dignidad de cualquier persona con mentiras hasta que llegó el momento y entendieron que no era cierto que tenían licencia para matar desde un medio de comunicación el honor de cualquier persona, que podían decir lo que fuera sobre cualquier persona, pero que cada cosa dicha, debía ser respaldada por pruebas y estas nunca las tuvieron.

En la democracia el respeto a los derechos humanos, el respeto a las minorías, a lo que piensan y a lo que dicen existe, pero lo que no existe por parte de quienes en realidad la niegan desde la “democracia capitalista” es respeto a la autoridad, es respeto a la vida y al pensamiento ajeno, si usted no piensa igual a una miseria humana esa oligarquía que nos refiere Carlos Fonseca te lanza no a vos, sino que, hasta tu familia, todas las maldiciones encima.

Muy distinto a eso, que no fue más que la vía expedita para alargar la distancia entre ricos y pobres, Carlos Fonseca planteaba una sociedad democrática con un alto sentido de lo que son los derechos y obligaciones. Para el tayacán las vías en un solo sentido no existen porque para que sean efectivas los derechos y obligaciones son para todos porque la democracia no es solo que tengas derecho a ser electo, sino que, al postularte para tal propósito, tengas certeza de que los electores van a observar en ti a una persona con los suficientes valores como para que se hagan representar por vos, pero si no tienes ese elemental requisito, nunca alcanzarás un cargo de elección popular, sobre todo en un país tan pequeño como el nuestro dónde todos sabemos quién es quién y donde la ignorancia no entiende que no es lo mismo política que politiquería y que tampoco es lo mismo un líder nacido del pueblo, que un candidato fabricado por el dólar o peor aun un candidato de barro hecho en la Paz Centro.


Ahora bien, de lo que he hablado hasta el momento, es la democracia política o capitalista con la que ningún pueblo prospera porque la base del desarrollo es otra cosa y no tiene nada que ver con los apetitos personales y de figuración con los que algunos creen es el camino hacia la toma del poder, y no necesariamente para servir.

La democracia en la que el pueblo realmente cree es aquella que esta antecedida de propuestas para la colectividad y no para las élites y esa es precisamente la democracia revolucionaria que enseño Carlos Fonseca. Aquí en Nicaragua este club de oposicionistas que desataron sus demonios contra la paz nunca hicieron una sola oferta social a la nación porque siempre se la pasaron repitiendo y repitiendo que había que acabar con la revolución y con ella con el sandinismo y con Daniel Ortega del que decían que tenía que irse sí o sí, pero sin decir para qué, ni tampoco qué harían después, tampoco nunca dijeron cómo arreglarían al país porque creyeron que los gringos mandarían a sus aviones para bombardearnos con dólares desde aquel portaviones que nunca llegó.

Los gringos no están interesados en la democracia en Nicaragua, entiéndase y compréndase bien, pero sí en que Daniel Ortega no esté en el poder porque es un mal ejemplo, que ha sido fiel al sandinismo y a los sueños de Carlos Fonseca. En la década de los 90s la expresidenta Violeta Barrios abusivamente y sin consulta previa a nadie le perdonó la sentencia que la Haya había dictado contra Estados Unidos y que se llegó a calcular en unos 17 mil millones de dólares y en siete años de gobierno ultra conservador y pronalista el imperio lo único que dio a cambio fueron migajas y lástima.

Carlos Fonseca fue un gran visionario, su pensamiento estaba demasiado adelantado para su época porque desde la concepción que tenía de la democracia revolucionaria ya él perfilaba lo criminal y pernicioso que resultaría ser el capitalismo salvaje. Carlos Fonseca pensaba en la integralidad de la democracia y que su materia prima era la suma, la multiplicación y no la resta y la división de quienes se caracterizan por un oposicionismo demencial y peligroso para una nación que como la nuestra es gobernada por un sistema efectivamente democrático y revolucionario porque centra sus esfuerzos en beneficio de una mayoría que jamás en su historia recibió tanto como ahora y que era precisamente el punto de partida de Carlos Fonseca para la patria ideal.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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