«El niño del Aconcagua», la momia inca que data del siglo XVI, será devuelto a la cordillera de Los Andes, en la parte Argentina, cuatro décadas después de haber sido encontrado a más de 5.000 metros sobre el nivel del mar.
El cuerpo comenzó el sábado pasado su regreso a la montaña desde una sede del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) al Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas Juan Cornelio Moyano de Mendoza, en donde permanecerá durante algunas semanas, aunque no podrá ser visto por el público.
Posteriormente, el cuerpo momificado será devuelto al lugar sagrado en el que permaneció durante varios siglos. El traslado pondrá fin a una polémica protagonizada por los pueblos indígenas de la región, que reclamaban su devolución para que fuera respetado como un ser humano, que es su ancestro, y no se le utilizará simplemente como objeto de estudio científico.
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El diario El Sol de Mendoza informó que el traslado forma parte de un proyecto de reparación histórica y preservación patrimonial, acordado entre las autoridades de Mendoza, especialistas en conservación y comunidades indígenas vinculadas al Camino Ancestral Qhapaq Ñan, que coincidieron en la importancia de garantizar «un tratamiento ético y respetuoso» para el niño.
Para las comunidades originarias, el regreso del también llamado «Guardián del Aconcagua» representa «un acto de justicia cultural y espiritual», ya que después de tanto tiempo se reconoce al niño inca como parte viva de su cosmovisión y permite que regrese a su «morada natural», en lugar permanecer en laboratorios.

El hallazgo
La historia pública del niño de Aconcagua comenzó en 1985, cuando un grupo de montañistas se sorprendió al encontrar un cráneo que sobresalía entre el cerro.
Gracias a su aviso, un equipo de antropólogos logró llegar al lugar y rescató a la momia, que sorprendió a los investigadores por suexcelente grado de conservación.
El cuerpo reposaba en el interior de una piedra semicircular, colocada en posición fetal. Sobresalían el abundante y largo cabello negro, los textiles que lo cubrían y las sandalias de lana en sus pies. A su alrededor, había elementos funerarios incas.
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La momia fue llevada al Conicet, donde permaneció custodiada en un congelador y sujeta a estudios para determinar sus características genéticas y las razones por las que se había conservado en tan buen estado.
Los especialistas concluyeron que se trataba de un niño de entre siete y ocho años, que había sido sacrificado aproximadamente en el año 1500, como una ofrenda a los dioses.
El descubrimiento dio inicio a una serie de leyendas y supersticiones, ya que el 26 de enero de 1985, el día que lo bajaron de la montaña, hubo un terremoto en Mendoza.
Debido a esa coincidencia, el periodista Ignacio de la Rosa explica en un artículo que en la ciudad argentina se ha difundido el rumor de que el regreso del «niño del Aconcagua» le pondrá fin a «una maldición», que habría comenzado en la región cuando interrumpieron el descanso sagrado del menor. Según la superstición local, ese hecho habría provocado sequías prolongadas y escasas nevadas.
Fuente: RT en Español









