El presidente Donald Trump, el secretario de Estado, Marco Rubio, impulsados por representantes cubanoamericanos de ultraderecha, han lanzado una violenta guerra hibrida contra la revolución cubana con el afán de derrocar al gobierno de la Isla que ha resistido durante más de 60 años todos los embates y agresiones de las diferentes administraciones estadounidenses.
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Marco Rubio desde su nombramiento como canciller el pasado 20 de enero ha impulsado las políticas de odio hacia Cuba y alebrestado a otros cubanoamericanos como Carlos Giménez, Mario Díaz-Balard o María Elvira Salazar que diariamente impulsan resoluciones y propuestas de leyes con el manifiesto fin de incrementar aun más el bloqueo económico, comercial y financiero que mantiene Estados Unidos contra Cuba.
Un reciente libro publicado por las editoriales Nuevo Milenio y Resumen Latinoamericano, bajo el título, «Rubio, un mitómano incontrolable», denuncia las mentiras y los eventos de corrupción en los que ha estado envuelto este personaje cuya primera farsa fue afirmar que sus padres huyeron como exiliados políticos de la Revolución cubana cuando la realidad es que emigraron a Estados Unidos en 1956 durante la dictadura de Fulgencio Batista.
El autor de la obra tomó múltiples informaciones e investigaciones de periódicos y fuentes públicas las que detallan pormenorizadamente las tropelías y corrupciones cometidas por Rubio quien manifiesta una obstinada obsesión con hacerle en mayor daño al pueblo cubano.
Como expresó durante la presentación el presidente de Casa de las Américas, Abel Prieto, en el libro se pone de manifiesto el pensamiento de José Martí cuando escribió: «los venenos del alma que manchan la naturaleza de Estados Unidos» y también para apreciar la crisis moral de las élites del imperio que nos desprecia.
En el lejano 1973, Manuel Giberga, asesor del Director del Buró Federal de Narcóticos, el cubano de mayor rango en la administración de Richard Nixon, dijo en una entrevista a la revista Réplica que se estaba formando en Miami una mafia cubana al estilo de cómo se hizo por los gánsteres de Chicago en la época de Al Capone.
El senador estadounidense Rick Scott y la congresistas cubanoamericana María Elvira Salazar impulsan el llamado proyecto de Ley Force, que prohibiría al Ejecutivo eliminar a la Mayor de las Antillas de ilegítima lista de países patrocinadores del terrorismo hasta que se cumplan condiciones que, en la práctica, profundizan el daño económico al pueblo cubano.
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El gobierno cubano y numerosos países del mundo han rechazado esa arbitraria e injusta medida que ha sido utilizada como una herramienta de asfixia financiera y aislamiento internacional la cual impide el acceso a mecanismos bancarios globales y restringe exportaciones esenciales, afectando severamente la economía y la calidad de vida de la población.
Otro odiador ha sido el congresista cubanoamericano Carlos Giménez que ha declarado que «hay que matar de hambre al régimen, cesar todos los viajes hacia y desde la Isla y prohibir las remesas de ciudadanos estadounidenses a familiares o amigos, excepto los que se le dan a los grupos opositores al gobierno.
La realidad es que las acciones y campañas contra la Isla del Caribe se ha convertido en un verdadero negocio para esos personajes que reciben abundantes sumas de dinero por llevar adelante esa agresiva política contra Cuba.
Recrudecer el bloqueo contra la Isla es la finalidad de la administración Trump.
Recientemente el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla ofreció una conferencia de prensa donde detalló pormenorizadamente los efectos del bloqueo.
Enfatizó que “No es posible expresar en cifras el daño emocional, la angustia, los sufrimientos, las privaciones que el bloqueo genera en la familia cubana. Así ha sido por varias generaciones, más del 80% de los cubanos en la Isla nacieron después del comienzo del bloqueo.
“Las consecuencias de esta política se evidencias dramáticamente en las carencias que enfrenta nuestra población. Esta realidad es innegable, tangible”.
Cuba presentará ante la Asamblea General de Naciones Unidas
los días 28 y 29 de octubre, el proyecto de resolución “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.
En el período que aborda ese informe que abarca del 1 de marzo de 2024 a 28 de febrero de 2025, se estiman pérdidas de 7 556 millones de dólares.
El jefe de la diplomacia cubana señaló que el costo de dos meses de bloqueo que representan 1 600 millones de dólares permitiría financiar por un año la entrega de la canasta familiar normada.
Dieciséis días de bloqueo, o sea 339 millones de dólares, equivalen al monto para cubrir las necesidades del cuadro básico de medicamentos de todo el país.
Catorce horas de esa injusta e inhumana medida equivalen a 12 millones de dólares, similar al monto para adquirir la insulina para los diabéticos del país.
Dos horas de esa infame agresión económica y financiera se evalúan en 1,4 millones lo que no permite adquirir los medicamentos que se necesitan en tratamientos de patologías de cardiología y neurología, así como para los alimentos destinados a niños con deficiencias genéticas y con enfermedades endocrino-metabólicas.
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Bruno Rodríguez añadió que cuatro meses es igual a 2 850 millones dólares, o sea, el costo de adquisición de los ómnibus que requiere el transporte público del país.
En estas agresiones y conspiraciones contra Cuba han estado envueltas las diferentes administraciones estadounidenses a lo largo de más de 60 años las que se han recrudecido con la llegada al poder del convicto presidente Donald Trump y de su canciller Marco Rubio.
Nuevamente le corresponderá a la comunidad internacional durante la Asamblea General de Naciones Unidas que tendrá lugar a finales de octubre, condenar por trigésima tercera ocasión el bloqueo contra la Isla del Caribe.
Como aseguró Bruno Rodríguez, la Resolución «tendrá un apoyo prácticamente unánime. Lo nuevo en esta ocasión es el contexto internacional, marcado por el creciente unilateralismo, el supremacismo, la violencia y el reforzamiento de la política agresiva de Estados Unidos contra Cuba y otros países”.
Lo que resulta innegable es que Cuba ha sido atacada y castigada por no ser una colonia de Washington.