Una persona que no sé si es señora, señorita o niña vieja, de esas que son imposibles de identificar porque se ocultan en las redes sociales en perfiles falsos, a lo mejor pretendiendo ser una beata virginal reaccionó con insultos irrepetibles porque toqué en mi editorial de ayer a los obispos golpistas que se involucraron en el fallido derrocamiento del copresidente constitucional Daniel Ortega Saavedra.
Esta señora o lo que sea se lanzó innecesariamente una perorata mal escrita en la que en primera línea me recordó a mi madre ya muerta y como sucede en estos casos mi reacción fue bloquearla sin perder tiempo y con mucho placer y enviarla a mi caja de hierro de la libertad de expresión que está llena de vulgares, ignorantes y vagos a los que no presto la menor atención. Sin embargo, este ordinario personaje, a lo mejor se trata de la tal “Lady Vulgaraza”, me conminaba a no meterme con la iglesia y eso francamente sí me llamó la atención y es un detalle que quiero abordar.
La iglesia católica es cada uno de sus feligreses y como cualquier otra tiene por templos las carnes de quienes abrazan su religión, por lo que, la iglesia católica no es una construcción de piedra o concreto llena de lujos e imágenes a la que acuden pobres para llenarse espiritualmente de esperanza, aunque hace unos siete años atrás acuarteló a más vándalos encapuchados que a fieles orando por la paz o intimando con Dios.
Una inmensa mayoría de nicaragüenses sabe que fui el constructor del Nacimiento Hogareño más Grande de Nicaragua que en el 2019 arribó a 30 años de tradición y por él, en tanto fui católico, desfilaron para bendecirlo el Cardenal Miguel Obando y Bravo, que en paz descanse, el Obispo Bosco Vivas Robelo gran amigo que en paz descanse, el Obispo Juan Abelardo Mata que muchas veces llegó a mí casa, el Obispo Silvio Báez, con el que hacía grandes platiconas y hasta el Cardenal Leopoldo Brenes que una vez llegó a ver y bendecir mi obra belenística, con todos ellos, en todo tiempo y momento, tenía muy buenas relaciones y conversaba, a veces en serio a veces en broma, pero muy respetuosamente con todos de los problemas de Nicaragua, pero siempre los escuchaba pastoralmente hablando de paz, de diálogo y reconciliación, pero jamás nada parecido al odio.
De todos ellos el que alguna vez me habló de política fue Silvio Báez, pero lo hizo estrictamente en el espíritu amplio y por ello hasta recuerdo haberlo invitado a IV PODER, donde Miguel Mora y este servidor hacíamos binomio para enfrentar en el debate a los oposicionistas de entonces, pero Báez siempre rechazó porque decía que prefería mantenerse “pecho a tierra” como los “Topos” me decía.
Por aquellos tiempos esa iglesia y esos obispos mantenía una extraordinaria relación con el gobierno del que recibían presupuestos para sus actividades y apoyos directos para la reconstrucción de sus templos y aunque hacían críticas a la administración pública estas eran constructivas y tanto que se granjearon reclamos viscerales de sectores que al final terminaron dirigiendo.
El país caminaba progresivamente hacia un desarrollo que en gran medida era posible por la estabilidad y paz de la que gozaba Nicaragua donde su seguridad era el plato del día en otras naciones desequilibradas por la injusticia social y falta de democracia, factores que aquí no existían y la mejor prueba fue el modelo tripartito entre trabajadores, empresarios y el gobierno como facilitador.
- También puede interesarte: Programa Detalles del Momneto: Editorial ¡Viva La Dignidad!
Pasado el tiempo, por ser ahora crítico de los obispos que ayer visitaban mi Nacimiento, por cierto ya no lo hago porque las energías no me dan, esa enorme obra arquitectónicamente era un asunto serio de dos meses para montarlo, uno para exhibirlo, dos para desarmarlo y en la temporada atender a miles de gentes que lo visitaban, y créame que ahora me da nostalgia no hacerlo aunque permanente tengo uno en mi casa con algunas piezas que me dejé después de heredar en vida las más de dos mil setecientas imágenes y detalles únicos que llegó a tener, y eso lo admiraban y bendecían los que ahora me ven como enemigo y toman tiempo para referirse a este servidor en las redes sociales, vaya que importante soy y por eso hay quienes me advierten muy vulgarmente que no me meta con la iglesia, con la iglesia católica.
Yo no me meto con la iglesia, yo no tengo nada contra la iglesia, ni con la católica, aunque ya no pertenezca a ella ni menos contra la evangélica en la que me llegue a congregar ocasionalmente, pero sí lo hago con algunos del clero católico, algunos, que siendo obispos, monseñores o simples sacerdotes, son hombre comunes y corrientes que se venden como santos, pero que están llenos de pecados y que en realidad fueron ellos los que se metieron con nosotros los que visitábamos los templos que en algún momento de aquel contexto del golpe de estado fueron el asilo de delincuentes, fueron ellos los que se metieron con nuestra paz, con nuestro desarrollo, con nuestra economía, con las víctimas del terrorismo a las que ignoraron.
¿Dónde estaban Silvio Báez, Juan Abelardo Mata y Rolando Álvarez a la hora que en esos “ingeniosos tranques”, que fueron una genial idea para el “iluminati” de Silvio Báez, se mataba y torturaba?
Estaban en el remedo de diálogo del Seminario de Fátima o en sus púlpitos echando gasolina a la hoguera. Por supuesto, los que menciono eran los de mayor jerarquía y eran los comandantes intelectuales del golpe, pero había otros comandantes de campo como el cura piruca de Masaya, Edwin Román que junto a Marcos Carmona exigió la rendición de una estación policial y hasta la entrega de la Alcaldía de Niquinohomo entre otros delitos: Harving Padilla se acuerdan, del “padrecito” de la Iglesia Juan Bautista de Masaya que ordenó lanzar el cuerpo de un policía que había sido asesinado y después quemado, jamás lo imaginé de quien una vez me vendió algunos pastores para mi Belén; Les suena el apellido del padre Berrios de la Iglesia Laborío de la ciudad de León, que sugería a unos asesinos no filmar la tortura que hacían a un sandinista porque si el video caía en “malas manos” los podía comprometer; se acuerdan del cura párroco de Esquipulas, Matagalpa, Jaime Montesinos, que agredió físicamente a patadas a unas pobres mujeres sandinistas en el atrio del propio templo solo porque estas, como siempre lo hicieron, vendían baratijas a los feligreses; cómo deberíamos calificar entonces a un sacerdote como aquel de San Benito que preguntó a los presentes en una misa que quienes eran sandinistas y los que levantaron la mano fueron humillados y corridos del templo.
Yo no me metí con ninguno de esos obispos, monseñores, sacerdotes o curas que fueron los cabecillas de aquel golpe de estado que nos condujo a una Nicaragua de horror y espanto. Al contrario, fueron ellos los que se metieron conmigo, con usted, con todos aquellos que teníamos una idea muy diferente del hombre de iglesia con el que era hasta el confesor de nuestros más íntimos secretos.
Qué frustrante tener que realizar que al final debajo de algunas sotanas, -para no generalizar- lo que hay son cuerpos sin almas que por asumir papeles que no eran los suyos abrazaron el terrorismo e hicieron de su feligresía una masacre donde todo aquel que sobrevivió prefirió tomar distancia de aquellos templos que hipócritamente se llenaron de banderas de Nicaragua, puestas en aquel entonces, como manteles sobre los altares y no en astas como corresponde solo para asumir una actitud política que antes no tenían y que pretendió mostrar un patriotismo y un interés por Nicaragua que nunca sintieron, que les fue lejano, porque sirviendo al enemigo del país, pretendieron hacer ver que ellos, eran poderosos y para hacerlo usaron la institucionalidad de la iglesia católica para vender que ellos también podían tomar decisiones de gobierno y que también lo podían botar.
- Te recomendamos: Programa Detalles del Momento: Editorial «Los Desadaptados»
Perdóneme la persona esa que me está diciendo no te metas con la iglesia. Yo no me meto con la iglesia, pero sí señalo a los que se metieron con nosotros que día a día poníamos un ladrillo por el desarrollo del país. Yo no puedo condescender con gente como esta que cree que el respeto hacia ellos mana por la sotana que visten.
Todos esos de los que hablo no se atreverían en el imperio en hacer las barbaridades que hicieron aquí porque allá irían directos a la bartolina por terroristas y ellos lo saben pero aquí desde los púlpitos nos hablaban de “respeto” y bendecían a sus criaturas cuando le pegaban fuego a las instituciones y con el golpe querían acabar con la democracia que tiene su mayor expresión en la autodeterminación del pueblo que a través del sufragio universal decidió que el presidente constitucional de Nicaragua fuera Daniel Ortega Saavedra, hoy copresidente junto a Doña Rosario Murillo. Yo no me metí con la Iglesia, algunos de sus obispos, monseñores, sacerdotes y curas se metieron con nosotros y simple y llanamente cometieron un gravísimo error.
Por eso mismo fracasaron en el primer remedo de diálogo en el Seminario de Fátima, por eso mismo el tristemente célebre “Iluminati” de Silvio Báez está en el ostracismo quien sabe dónde, de pronto aparece con sus locuras escupiendo odio en los pequeños y esporádicos chances que le permiten, lo que igual sucede con el cabo Rolando Álvarez que toda la vida ha sido un profeso amargado jugando a santo y lo digo porque igual lo conozco, y lo conozco muy bien porque estudiamos juntos en el desaparecido Instituto Didáctico Domingo Sarmiento donde siempre fue un mátalas callando.
Repito no tengo nada contra la iglesia católica, pero fueron algunos de sus altos representantes los que se metieron con los que queremos vivir en paz, con la paz que Cristo predicó, con la que impone enseñar y sanar, con la que impone atender al pobre y al necesitado, con la única que permite construir a una nación.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA









